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La misa que celebró hoy -28 de julio- el Papa Francisco en el santuario de la Virgen de Jasna Gora, en Czestochowa (Polonia), ante 300.000 personas, comenzó con un pequeño susto, cuando el pontífice argentino se tropezó al subir los escalones hacia el altar.
El papa fue inmediatamente ayudado a levantarse y continuó la celebración sin problemas.
La misa se celebró en el santuario de la llamada Virgen Negra, la más venerada por los católicos polacos y por Juan Pablo II, en la que se recordó los 1.050 años de la conversión al cristianismo de la nación polaca. Antes de la celebración, Francisco visitó el santuario y se recogió en oración durante algunos minutos ante el icono bizantino que representa a la Virgen Negra.
La tentación de buscar el poder
Durante la misa, el papa Francisco denunció la tentación, “que se infiltra por todas partes”, de ser atraídos por el poder y la visibilidad. En la homilía, que pronunció en italiano y que después traducía al polaco un sacerdote, Francisco comentó el pasaje bíblico de las bodas de Caná con el milagro la conversión del agua en vino, para reflexionar sobre que “el Señor no mantiene las distancias, sino que es cercano y concreto, que está en medio de nosotros y cuida de nosotros, sin decidir por nosotros y sin ocuparse de cuestiones de poder”.