Alemania vive un momento convulso. En menos de una semana ha sufrido una oleada de actos violentos que están dificultando la ya de por sí integración de los refugiados en una sociedad que cada vez se muestra más esquiva y les muestra rechazo. El primero de los incidentes tuvo lugar el 18 de julio cuando un refugiado afgano hirió con un hacha a varios pasajeros de un tren; el segundo se produjo el 22, cuando un joven germano-iraní abrió fuego en un centro comercial y mató a 9 personas.
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El tercero fue el 24, al matar un refugiado sirio con un machete a una mujer; y finalmente el último hasta la fecha, también el 24, fue cuando un sirio detonó una mochila con explosivos hiriendo a 12 personas. Si bien son hechos independientes, lo cierto es que sí se pueden sacar unos elementos en común que explican qué está pasando en el país germano.
1. Dificultad de integrar a 1 millón de personas sin un plan determinado
Hace apenas un año, Alemania se convirtió en un ejemplo para el resto de los países de Europa con su política de puertas abiertas para los refugiados que marchaban de países como Turquía, Líbano o Jordania con el objetivo de construir en Europa una vida mejor. Mientras que Macedonia o Serbia ponían vallas y verjas, los germanos daban la bienvenida.
El problema fue que las autoridades no fueron capaces de prevenir el flujo migratorio y más de un millón de personas entraron en el país. Y evidentemente no existía la preparación necesaria por si pasaba esto. Los albergues estaban desbordados, las oportunidades escaseaban y poco a poco la situación fue empeorando y aún hoy en día sigue haciéndolo.
Los refugiados denuncian rechazo y marginación, mientras que las autoridades han intentado dar marcha atrás y cerrar literalmente la puerta de entrada y los ciudadanos cada vez se muestran más reacios a los extranjeros. Pero el conflicto ya está dentro.
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2. Auge de la islamofobia con fines electorales
Ene los últimos meses ha aumentado de una manera muy destacada el número de personas que se muestran contrarias a la llegada de inmigrantes. Las manifestaciones islamófobas cada vez son más multitudinarias y la formación populista AfD logra convertir ese rechazo en un caladero de votos para sus aspiraciones políticas.
De hecho, en los últimos días con los ataques que se han producido, han publicado mensajes incendiarios en las redes en los que critican la política de bienvenida de la canciller Merkel y la culpan de la violencia que se está produciendo.
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3. Imposibilidad de controlar a cada una de las personas que viven en el país
Parece una obviedad, pero al final es algo que se cumple a rajatabla cada vez que se produce un ataque violento. Las autoridades son incapaces de controlar lo que hace cada uno de los ciudadanos. El ejemplo perfecto es Francia, donde llevan varios meses en estado de emergencia y sin embargo no han podido evitar el atentado de Niza en el que murieron 85 personas.
Las medidas de seguridad han aumentado, pero si hay alguien que decide coger un camión y empezar a atropellar gente, es imposible absolutamente poder prevenirlo. Algo similar ha ocurrido en Alemania donde las armas usadas han sido tan primarias y tan al alcance de cualquiera como el machete o el hacha.
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4. La forma discriminatoria en la que los medios difunden el mensaje
La costumbre es peligrosa. Siempre que se producen este tipo de incidentes se pone el foco en la nacionalidad del atacante, especialmente si se trata de una persona que no ha nacido en el país. Y a veces los errores son mayúsculos. Los medios difundieron en enero que los ataques que se produjeron en Colonia, donde hubo violencia sexual, fueron mayoritariamente perpetrados por refugiados.
Sin embargo, la investigación mostró que solo 3 de los 58 detenidos eran inmigrantes. Los medios habían difundido una mentira que había calado en la sociedad. Y la realidad es que la rectificación no tuvo el mismo impacto. En temas tan sensibles, la prudencia a la hora de publicar es más necesaria que nunca.
5. La ausencia de un plan de futuro
Alemania primero decidió acoger y después optó por cerrar sus puertas y no permitir la llegada de más refugiados. Pero, ¿cuál es el plan de Alemania y por extensión de Europa? Nadie lo sabe, probablemente ellos tampoco. Les sorprendió la llegada masiva de refugiados a sus costas, pese a que el mundo vive una de las mayores olas migratorias desde la II Guerra Mundial, y la forma de gestionar la crisis ha sido como poco cuestionable. Los bandazos, la ausencia de acuerdos y de una postura común de los distintos Gobiernos muestran que la división es mucho más profunda que la unión.
Y la única forma de garantizar una mejora de vida para los refugiados es coordinando los esfuerzos a nivel comunitario. Pero hasta el momento, de los 120.000 que los países se comprometieron a acoger, solo una pequeña porción lo ha conseguido.