Alegres, amables, hospitalarios, emprendedores, así se definen los guayaquileños, los hijos de esta ciudad que durante 481 años han mantenido intactos su amor por la urbe y su deseo de triunfar.
PUBLICIDAD
Para Juan Pablo Asanza, actor de teatro y televisión, además de productor de cine, ser guayaquileño es sinónimo de ser emprendedor y alegre.
“Ser guayaquileño es ser vivaz, ser muy pasional, tener un calor humano muy fuerte muy arraigado y muy hospitalario”, señaló.
En una ciudad con altas temperaturas, saber soportar el sol también forma parte de la vida diaria.
Álex Navarrete quien trabaja de mensajero, señaló que ser guayaquileño es precisamente “soportar un intenso calor todo el día”.
El guayaquileño también es un conocedor de la buena comida, Adriana Leondhart, ejecutiva de ventas indicó que para ella ser guayaquileña es saber apreciar el sabor de los cangrejos, su plato típico favorito.
Todos coinciden en señalar que el ciudadano de esta ciudad es alegre y muy trabajador.
Por su parte Andrés Espinoza, quien trabaja como distribuidor de productos señaló que ser guayaquileños se caracterizan por saber resolver problemas y no ser complicados.
“Somos personas que no nos complicamos y que nos gusta resolver problemas”.