Las autoridades venezolanas ocuparon este lunes la fábrica local de la empresa de productos de higiene estadounidense Kimberly-Clark, que el fin de semana suspendió indefinidamente sus operaciones en el país debido a la crisis económica.
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«Planteamos el reinicio de las actividades productivas para proteger el trabajo de los trabajadores e invitamos a los trabajadores a que prendan las máquinas», dijo el ministro de Trabajo, Oswaldo Vera, en la planta de la ciudad de Maracay.
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El presidente, Nicolás Maduro, decretó en mayo un estado de excepción que, entre otras, le da facultades constitucionales al gobierno para ocupar las plantas que están paradas.
El gobierno socialista dice que las paralizaciones son parte de la «guerra económica» con la que supuestamente el sector privado y la oposición buscan derrocarlo.
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Sin embargo, las empresas han dicho que les es imposible mantener sus líneas de producción debido a los controles impuestos por el gobierno, que entre otras cosas en un severo control de cambios no ha asignado divisas a estas empresas para importar materias primas.
La empresa venezolana más grande de alimentos y bebidas, Polar, solo pudo reactivar su producción de cerveza en julio, después de dos meses, al haber solicitado un crédito en dólares en el extranjero.
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Ocupada, pero ¿productiva?
La estadounidense Kimberly-Clark tiene plantas en Venezuela desde hace dos décadas, y se une a otras multinacionales que han cesado sus operaciones en el país petrolero.
Kimberly-Clark produce papel higiénico, toallas sanitarias, pañales desechables y servilletas, bienes que son difíciles de encontrar.
Según analistas críticos del gobierno, estos productos han desaparecido de los anaqueles debido a que sus precios son regulados por debajo del valor internacional o del costo de producción, lo que perjudica la importación de materia prima o la rentabilidad de las empresas.