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«A un guayaco se le saca pinta en la caminada», es una frase que si no eres de Guayaquil te podría ser difícil de entender.
Es que la alegría y originalidad de la población se refleja en su forma de vestir, de hablar y de vivir la vida en una ciudad ruidosa y cambiante como la nuestra.
Es común escuchar frases como te espero en la «esnaqui» (esquina), estoy «amarrado» (con pareja) o ando sin camello (trabajo) cuando estas en Guayaquil.
El vocabulario es largo y un verdadero guayaco sabe que no puede irse de «peloteo» (juego de pelota) sin pedirle permiso a «la propia» (pareja oficial), aunque los panas (amigos) le digan «mandarina» (mandado).
Los domingos los guayacos «vacilan una rubia» (toman cerveza) bajo un «solón» (solazo) escuchando una «musicota» de Julio Jaramillo.
Y si tienes pensado venir a Guayaquil y pegarte (comer) una «bandera» (plato típico) no olvide pedirle «más cariñito» (porción extra) a la madrina (expendedora de alimentos).
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