Decenas de inmigrantes se dieron hoy 19 de junio cita en el centro de Sao Paulo para tomar parte en el Festival del Día Internacional del Refugiado, fecha que busca aprovechar el 20 de junio para intentar dar visibilidad a todas esas personas que por diversos motivos tuvieron que huir y dejar atrás su país.
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El evento, que fue organizado por diferentes organizaciones sociales, contó con espectáculos musicales y con una amplía oferta de comidas y artesanías típicas de numerosos países.
Debido al festival hoy se pudo escuchar frente al popular restaurante Al Janiah, conocido en Brasil por dar trabajo a varios refugiados de diversas nacionalidades, una amalgama de diferentes lenguas que, sin embargo, expresaban un mismo mensaje: el deseo de una vida digna.
«Queremos que los refugiados tengan voz propia, que no tengan porqué ser representados por nadie», declaró a Efe Hasan Zarif, miembro del Movimiento Popular Palestina Para Todos (Mopat), una de las organizaciones detrás del festival.
Zarif destacó, además, que los refugiados necesitan ser tratados como «ciudadanos», lo que implica «votar y tener plenos derechos, como cualquier brasileño».
En Brasil, el número de solicitudes de refugio saltó un 2.868 % en los últimos cinco años, desde 966 en 2010 hasta 28.670 en 2015, según un estudio divulgado el pasado mes de mayo por el Ministerio de Justicia.
La mayoría de las solicitudes de refugio recibidas por Brasil desde 2010 fue presentada por haitianos, con 48.371 peticiones, seguida por las de personas procedentes de Senegal (7.206), Siria (3.460), Bangladesh (3.287), Nigeria (2.578), Angola (2.281), Congo (2.167), Ghana (2.166), Líbano (1.749) y Venezuela (1.529).
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Brasil históricamente se ha mostrado dispuesto a dar refugio, como ya se ha visto en diversas crisis humanitarias, como la que atraviesa actualmente Siria, ante la que el gigante suramericano decidió abrir sus puertas a todo aquel que lo necesitara.
Sin embargo, como reconoció hoy en Sao Paulo Pistchu Luambo, un refugiado de origen congolés y miembro del Grupo de los Refugiados e Inmigrantes Sin Techo (GRIST), «si ya es difícil para un brasileño, imagina para un refugiado que llega aquí y no tiene nada».
Fuente: EFE