Ecuador sufrió un terremoto que acabó con ciertas localidades de la Costa de Ecuador. Esmeraldas y Manabí fueron las provincias más afectadas por el evento natural.
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Luego del hecho, que pasó el 16 de abril pasado se han generado mitos en torno al tema, intentando explicar su naturaleza, efectos, e incluyendo varios mitos que a pesar de ser refutados una y otra vez por la comunidad científica aún se mantienen en la memoria colectiva.
A continuación hay 15 mitos que de los que más se ha hablado en estos días, aún más luego de la réplica que pasó ayer, 18 de mayo, antes del mediodía.
Los animales anuncian terremotos
La primera referencia acerca de este fenómeno ocurrió en Grecia en el año 373 antes de Cristo, cuando «ratas, comadrejas, serpientes y ciempiés abandonaron sus hogares varios días antes de un terremoto».
De ahí en adelante, ha sido un tema de debate por años, sin llegar a una conclusión satisfactoria y aunque existen miles de casos de conductas extrañas antes de un temblor, no ha sido posible encontrar un patrón específico que pueda ser avalado por la ciencia, como el tono del ladrido de un perro o el movimiento de los pájaros.
Lo que si se conoce es la capacidad de detectar ondas de baja frecuencia, pero las ondas primarias y secundarias (que provocan el desastre) solo vienen unos pocos segundos después.
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Es posible predecir terremotos
A pesar de la insistencia de los científicos, aún hay quienes creen que estos fenómenos pueden relacionarse con algún tipo de predicción (hablamos de días, meses o años), ya que en otras áreas como la meteorología los adelantos tecnológicos pueden ayudar a la población en casos de lluvias o huracanes.
Lo más cercano son las alarmas sísmicas ubicadas a lo largo de las fallas tectónicas, pero solo sirven como un aviso que se está produciendo un sismo en el mismo momento.
¿Por qué despertamos antes de los temblores?
Más allá de una coincidencia, que despertemos algunos momentos antes de un temblor tiene que ver con la llamada «sensibilidad a los terremotos», un fenómeno aún no explicado científicamente que incluye a personas que dicen sentir dolores de cabeza, mareos, zumbidos de oído y ansiedad entre otros síntomas.
Al igual que los animales, los humanos tienen la posibilidad de sentir las ondas provenientes de un epicentro, aunque sea unos pocos segundos y sobre todo si estamos durmiendo. Es ahí donde generalmente se escuchan los ruidos subterráneos.
Los terremotos ocurren cuando hay clima seco y caluroso, o después de una sequía
La historia dice que Aristóteles en el siglo 4 propuso que los movimientos telúricos se producían por vientos calurosos atrapados en cavernas, y que el terremoto era la consecuencia de la salida del este aire hacia la superficie.
Pero no es así, ya que estos fenómenos se producen por el roce y colapso de las placas, así que puede ocurrir en cualquier estación del año y con distinta temperatura.
Por ello, factores como la lluvia, contaminación, viento o presión atmosférica sólo afectan a la superficie, y un terremoto tampoco causa cambios en el clima. En cuanto a las sequías, los sismos ocurren a varios kilómetros de profundidad, por lo que no existe un vínculo entre un año poco lluvioso y un terremoto.
La tierra te traga durante un terremoto
Ciertamente, el cine ha aportado mucho en este mito. La película «Terremoto» de 1974 mostraba gente, autos y casas cayendo por grietas abiertas producto de uno de estos fenómenos, aunque en realidad estas aperturas no son tan profundas como se cree debido a que las fallas son horizontales y no verticales.
El sitio más seguro es el marco de una puerta, y hacer caso al «triángulo de la vida»
La época de las casas de adobe nos recuerda que luego de un terremoto, lo único que quedaba en pie eran los marcos de las puertas.
Sin embargo en la actualidad las estructuras poseen varias características antisísmicas, seguras y estables, por lo que en el caso de uno de estos eventos lo mejor es cubrirse bajo una mesa, protegiendo la cabeza y cuello con los brazos.
Aún así, el único consejo relacionado es abrir la puerta por temor a un encierro producto de la deformación del marco.
El llamado «triángulo de la vida» en tanto, tiene una génesis similar y considera al suelo como el mejor sitio de protección, recostándose junto a algún sofá o cama para evitar ser aplastado directamente por el derrumbe de paredes y techos, lo que ocurre principalmente en construcciones más débiles.
Las nubes y la lluvia dan cuenta de la proximidad de un terremoto
A fines de la década de los 90, un químico chino de nombre Zhonghao Shou presentó una teoría que considera a las nubes iridiscentes como elemento predictor de terremotos, más aún luego de un sismo de gran magnitud en Irán ocurrido en 2003.
Sin embargo, las nubes a las que se refiere son más comunes de lo que se piensa y su estudio fue desestimado por la comunidad científica, ya que en varias oportunidades estas formaciones se vieron en el cielo sin ninguna consecuencia.
En el caso de las lluvias, un estudio de 2008 vinculó a las lluvias torrenciales con pequeños temblores en cuevas y canales subterráneos debido al aumento de presión, aunque la cantidad que se necesita es enorme para producir un movimiento apenas medible por un sismógrafo.
La réplica siempre es menor que el evento principal
Se cree que de alguna manera una réplica es un evento «menos preocupante» y que el daño mayor ya ocurrió, aunque no siempre es así.
La verdad es que una réplica no es independiente del temblor que la generó, ya que la ruptura y energía liberadas son similares, por lo que si alguna de ellas golpea a un sitio poblado el daño puede ser igual o más catastrófico.
Esto quedó en evidencia en Christchurch, Nueva Zelanda en febrero de 2011 con la réplica de un sismo menor. Por ello, cualquier movimiento telúrico tiene la misma probabilidad estadística de desencadenar un temblor mayor.
Varios temblores pequeños son equivalentes a un gran terremoto
Los pequeños temblores nunca son suficientes para eliminar el evento principal. Comparados con la liberación de energía de los sismos de gran magnitud, éstos son apenas un roce entre las placas tectónicas, ya que el aumento no es equivalente sino exponencial.
Cada magnitud representa aproximadamente 31,6 veces más energía liberada, por lo que si tomamos a un temblor grado 3 como referencia, necesitaríamos 32 temblores para igualar a uno de magnitud 4, mil para uno de magnitud 5 y mil millones para un grado 9, por ejemplo.
Dos terremotos a distancia están relacionados si ocurren en un lapso de tiempo cercano
Un gran terremoto en Japón, ¿puede provocar uno similar en Chile? A largas distancias, no. Y de ser así (hablamos de miles de kilómetros), son sólo temblores menores y breves, debido que la corteza rocosa de la Tierra no es suficientemente rígida como para transferir el «estres» provocado por el fenómeno. Sin embargo, la evidencia sugiere que un evento de gran magnitud sí tiene la capacidad de desencadenar réplicas a cientos de kilómetros alrededor del sismo principal.
Un «simple» temblor grado 4 es siempre igual en todos lados
Hemos escuchado acerca de temblores grado 4 o 5 con caídas de estructuras e incluso muertos, cuando en Chile uno de esos sismos apenas pasan por una anécdota para el ciudadano común.
Lo cierto es que hay países más o menos preparados ante estos fenómenos, y el daño tiene que ver con la profundidad del epicentro. Entre más cercano sea a la superficie, más destructivo será.
Los grandes terremotos son en la mañana
Los estudios han demostrado que no existe relación alguna entre los meses del año, la hora del día y los terremotos.
Tal afirmación parece ser popular debido a que mientras estamos acostados, la sensación de silencio y quietud no hace más que amplificar el ruido que antecede al fenómeno, y al movimiento en sí.
Un buen ejemplo son los terremotos de Valdivia en 1960 (15:11 horas), Algarrobo en 1985 (19:47 horas) y Japón en 2004 (14:46 horas).
¿Es posible generar un terremoto de forma artificial?
En algunas localidades de Japón, Canadá y EE.UU se han documentado leves temblores inducidos producto de la inyección de fluidos en pozos profundos para eliminar residuos y recuperar petróleo, además de labores de minería y el llenado de embalses para abastecer de agua a la población.
Lo mismo ocurre con los ensayos nucleares, aunque sólo en el área inmediata al sitio de la prueba. En cuanto a otras actividades que tengan relación con un terremoto provocado, no hay evidencia de ello ya que el proceso ocurre en un punto de origen a centenares de kilómetros de la superficie, y la tecnología necesaria no existe.
En los últimos años se han sentido más terremotos que antes
La explicación es simple. El incremento en el número de terremotos medidos tiene que ver con el registro de las múltiples estaciones sismológicas a través del mundo (cada año se agregan más) y la comunicación por internet, donde es posible visualizar en tiempo real cada episodio telúrico.
¿Los megaterremotos son posibles?
Teóricamente sí, aunque es muy poco probable, debido a que técnicamente la magnitud de un terremoto es proporcional a la longitud de la falla que lo provoca.
Por ejemplo, la Falla de San Andrés de 800 Km de largo, no alcanza para un terremoto de magnitud 10,5, que requiere un tamaño muchas veces mayor.
Hasta ahora, el fenómeno más grande jamás registrado ocurrió en Valdivia el 22 de mayo de 1960 con una magnitud de 9,5, en una falla de unos mil kilómetros de largo. Sin embargo la escala es abierta, por lo que la ciencia aún no ha puesto un límite en lo que concierne a un terremoto, y los registros apenas datan de unos cien años.
Con información de La Tercera