El Papa llegó hoy 14 de febrero a Ecatepec, el municipio del Estado de México con escalofriantes números de violencia y de marginalidad; desde allí lanzó su deseo de un país «donde no haya necesidad de emigrar» o «acabar destruidos en las manos de los traficantes de la muerte».
PUBLICIDAD
Ante las más de 300.000 personas que acudieron a la explanada del Centro de Estudios Superiores de la ciudad, Francisco invitó a los mexicanos a «estar en primera línea y participar en todas las iniciativas que ayuden a hacer de esta bendita tierra mexicana una tierra de oportunidad».
Una tierra «donde no haya necesidad de emigrar para soñar; donde no haya necesidad de ser explotado para trabajar; donde no haya necesidad de hacer de la desesperación y la pobreza de muchos el oportunismo de unos pocos», dijo el Papa.
Un mensaje lanzado justo en una ciudad que en 2014 triplicó, con una cifra de 35,9 homicidios por cada 100.000 habitantes, la media nacional, y se situó entre las primeras posiciones de los municipios con mayor número de extorsiones, según el Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP).
Durante la homilía, también Francisco denunció cómo el comportamiento del hombre crea «una sociedad de pocos y para pocos».
En el sermón habló a los fieles del tiempo de la Cuaresma, y les invitó a que en este periodo «ajusten los sentidos, abrir los ojos frente a tantas injusticias que atentan directamente contra el sueño y proyecto de Dios».
Los fieles, que pasaron la noche en esta explanada a pesar del frío, esperaban un mensaje de esperanza del Papa. «Nos gustaría que el Papa trajese un mensaje de esperanza. México lo necesita», explicó a Efe Manuel Hernández, que ha llegado desde Tenancingo para poder asistir a la misa de Francisco.
PUBLICIDAD
Después de la ceremonia religiosa, Francisco se desplazó al Seminario Diocesano, por la tarde tomó de nuevo un helicóptero para regresar al Campo Marte y de allí se trasladó en papamóvil al hospital infantil «Federico Gómez» para niños con cáncer.
Esa fue su última actividad de la jornada, después de la cual regresó a la Nunciatura Apostólica.