Hace 100 años Albert Einstein predijo la existencia de ondas gravitacionales como parte de su Teoría General de la Relatividad. Durante décadas, científicos habían intentado, sin éxito, detectar estas ondas.
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Hasta hoy, 11 de febrero de 2016. Este jueves, un equipo de físicos de Estados Unidos anunció que pudo identificar señales claras de estas arrugas del Universo en dos laboratorios del Observatorio Avanzado de Interferometría Láser de Ondas Gravitacionales, conocido como LIGO.
La importancia de este descubrimiento es que contiene un elemento valiosísimo para la ciencia: información. Tal como el astrofísico del MIT Scott Hughes explica para el portal web Gizmodo en Español: “Hay muchísima información guardada en las ondas gravitacionales. Como astrónomo, trato de pensar en cómo he de pasar del “sonido” de la onda que mide LIGO, a los parámetros que producen esta misma onda”.
Las ondas gravitacionales contienen información preciosa de eventos (una colisión de agujeros negros, sin ir más lejos) sobre los que hasta ahora los científicos solo teorizaban y especulaban. Una vez los sensores sean lo suficientemente precisos como para medir ondas gravitacionales de manera habitual, comenzaremos a construir un “censo” de grandes eventos energéticos en el Universo. Han terminado 100 años de búsqueda, el fin de una era.