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Después de la recaptura de Joaquín “El Chapo” Guzmán, el pasado 8 de enero, las autoridades de México decidieron llevarlo a la prisión de máxima seguridad “El Altiplano”, desde donde se fugó el pasado 11 de junio.
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Para que esto no suceda de nuevo, las autoridades decidieron tomar nuevas medidas de seguridad.
Entre ellas se incluyen sensores de movimiento y perros entrenados especialmente para detectar el olor del capo.
Sin embargo, hay más. Las autoridades decidieron que Guzmán no permanezca en la misma celda durante mucho tiempo, así que lo mueven cada pocas horas o minutos.
En cada traslado lo sigue un grupo de guardias con cámaras instaladas en su cascos, de acuerdo con información del periódico mexicano “El Universal”.
Ya instalado en su celda, algunos custodios permanecen afuera para vigilarlo y grabarlo en todo momento.
La prisión también instaló 400 nuevas cámaras y espera añadir otras 600 en abril.
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Previendo que Guzmán intente escapar de nuevo mediante un túnel, el suelo de la prisión fue reforzado con barras de acero.
Según información del mismo medio, la Comisión de Seguridad Nacional restringió el acceso de visitantes a Guzmán dentro de la prisión.
