De acuerdo a recientes investigaciones, las mujeres tienden a elegir parejas cuyos rostros se parecen un poco a los de sus padres, mientras que los hombres suelen elegir parejas que se parecen un poco a sus madres. Este comportamiento, que antes fue estudiado con otras especies de animales, también ha sido visto en los humanos al momento de escoger parejas.
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Los investigadores han observado que al momento de escoger de una pareja también influyen otras características como similitudes entre la altura de la pareja y el padre, el color del cabello, ojos, el origen étnico e incluso el grado de vello corporal.
Sin embargo, la investigación ha demostrado que no es solo la apariencia lo que importa: también se trata de su relación con ese padre. Las personas que reportan relaciones infantiles más positivas con un padre tienen más probabilidades de sentirse atraídas por parejas que se parecen a ese padre.
¿Complejo de Edipo? No.
Esta conducta no hace referencia al complejo de Edipo de Freud, según el cual los niños tienen un deseo sexual reprimido por sus padres. Esta investigación muestra que de ninguna manera deseamos en secreto a nuestros padres, simplemente que nos sentimos atraídos por personas que se parecen a ellos.
Tal vez las mujeres perciban inconscientemente a sus padres como un buen ejemplo de una pareja ideal, y lo mismo sucede con los hombres pero en relación con sus madres.
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Sin embargo, no está claro por qué esta tendencia no es observable en homosexuales. Los investigadores señalan que esto podría ser porque los hombres y mujeres homosexuales tienden a reportar relaciones de menor calidad con sus padres, y para que surja el efecto de impronta sexual positiva, es necesario que los padres y los niños tengan una buena relación.
Con información de: TekCrispy