Para ser un buen profesional no solo vale con serlo, también hay que parecerlo. Sobre todo cuando se trata de superar una entrevista de trabajo, pasar por un proceso de selección con un headhunter o cuando se compite por un ascenso. O peor aún, cuando se está buscando reducir la plantilla. Aunque lo ideal es que sea nuestro trabajo quien hable por nosotros, lo cierto es que para trabajar en equipo no solo cuenta nuestro desempeño, sino también nuestra forma de comportarnos y de relacionarnos.
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Si bien todos sabemos identificar aquellas cosas que nos sacan de quicio de algunos compañeros, nos cuenta más identificar aquellos actos diarios que a lo mejor nos estén dando la apariencia de ser menos profesionales de lo que somos. Estos son algunos ejemplos:
1. Llegar tarde
No hay nada que dé peor impresión en una primera entrevista o en una primera reunión de equipo que llegar tarde, y aunque a veces no depende de nosotros, sino del tránsito pesado o de un bus que se ha quedado parado en mitad de la vía, debemos prever estos posibles contratiempos, o al menos evitar que la situación se repita.
Eso sí, tampoco debemos llegar demasiado temprano. “Es correcto llegar a una entrevista 10 minutos antes, ni más ni menos”, apunta Arancha Ruiz. La explicación es que “si llegas mucho antes descolocas la agenda del entrevistador o al resto del equipo, les importunas y además les haces sentir que te están haciendo esperar más de lo correcto”. Aun así insiste en que “llegar después no es una opción, demuestra una grave falta de interés y de respeto hacia el que te está esperando. Es uno de los peores errores que se pueden cometer”.
2. Vestir de un modo inadecuado
Se dice que la elegancia no es ir siempre con un buen vestido, sino más bien saber vestirse según las circunstancias. Es decir, que si nuestra empresa es un lugar lleno de gente joven y con un aspecto informal, quizás lo que desentone sea ir de traje, mientras que si se trabaja en un bufete de abogados muy tradicional, será más incorrecto ir en jean.
En este sentido, Susana Fuster , coach de comunicación y experta en comportamiento no verbal aporta que “es importante ir en consonancia con la identidad corporativa de la empresa para la cual trabajamos, sin perder nuestra propio sello personal. Nuestra apariencia es nuestra carta de presentación y todos sabemos que no hay una segunda ocasión para causar una primera buena impresión”. Recuerda igualmente que nuestra apariencia, nos guste o no, “afecta a la credibilidad que proyectamos y a la imagen pública que transmitimos”. A modo de ejemplo “una ropa muy extravagante proyecta la imagen de querer llamar la atención y diferenciarse del resto de compañeros”.
3. No mirar a los demás cuando te hablan
Si bien está bien estar concentrado en lo que se hace y no distraerse constantemente, cuando tengamos que tener una conversación con algún jefe o compañero deberemos mostrar esa misma concentración, al menos con nuestra mirada.
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“Debemos de ser conscientes que establecer o no contacto visual con los compañeros de trabajo puede modificar el significado de una situación laboral. Con la mirada transmitimos gran cantidad de información, de ahí que la ausencia de atención visual se interprete como desinterés y propicie la falta de conexión con los colegas”, aporta Susana Fuster.
La experta añade que “la oculésica es uno de los elementos comunicativos más atractivos desde el punto de vista no verbal y muy utilizado también en ambientes de seducción. Si constantemente desvías la mirada puede que te cataloguen de tímido, sumiso, antipático o desinteresado”. En el caso contrario, si fijas demasiado la mirada “caso proyectas hostilidad y dominancia”. Por eso la experta define el contacto visual ideal el que “se centra en el eje triangular frente, ojos y nariz, puesto que proyecta seguridad e interés”.
4. Un exceso o defecto de confianza
Cuando nos entrevista alguien experto en Recursos Humanos, una de las cosas que tendrá en cuenta será la forma en la que hablamos de nosotros mismos y de nuestro trabajo. Algo en lo que resulta difícil acertar, porque podemos pecar tanto por defecto como por exceso.
En este punto, Arancha Ruiz, headhunter y especialista en marca personal, insiste en que no hay un consejo único porque “depende de si estás entrevistando a un profesional formado en un entorno anglosajón o latino”. Así, en el primer caso es habitual observar “una tendencia a explicar los muchísimos logros y éxitos de su persona, a veces demasiado”, mientras que en el caso latino se tiende a quitarle importancia pensar eso de “dime de lo que presumes y te diré de lo que careces”, por lo que el entrevistador casi tiene que ir sonsacándole sus puntos fuertes, lo cual también puede llegar a ser exasperante. Así, lo ideal es buscar un equilibrio en el que “el candidato sea capaz de explicar sus mejores atributos y que lo haga con un profundo sentimiento de equipo y reconocimiento de otros factores que auparon su éxito”.
5. Utilizar el celular para cuestiones personales
Ya sea durante una entrevista o una vez que hayamos conseguido el puesto, debemos dejar de lado el uso del celular para cuestiones personales. Es un problema real que estamos enganchados al teléfono, pero perder la atención para contestar un mensaje de Whatsapp del grupo ‘Cena Navidad Amigos’ no es profesional. Mántenlo en silencio para no molestar a otros compañeros y guardalo en el cajón si se ha convertido en una distracción que te retrasa y provoca que bajes de nivel.
6. Gesticular y no parar quieto
Tener una reunión de equipo con alguien que cada vez que interviene está a punto de darte un manotazo explicando su idea, o que no para de tocar su bolígrafo mientras estás hablando puede hacerte perder la compostura. Lo mismo les puede pasar a tus compañeros con algún tic tuyo del que no te hayas dado cuenta, como tocarte demasiado el pelo, recolocar todo el rato las carpetas o hacer ruido con los dedos en la mesa.
“Los conocidos como micropicores, tocarse demasiado con las manos, manipular objetos (como las gafas, el boli, arreglarse constantemente el nudo de la corbata o la solapa, etc.) transmiten una imagen de nerviosismo que en nada benefician la imagen profesional que queremos transmitir”, argumenta Susana Fuster.
En realidad, estos gestos, llamados manipuladores o adaptadores y que realizamos de manera inconsciente, “están vinculados al estrés emocional y se incrementan cuando estamos ansiosos o estresados”, lo que puede mostrar a los demás que no nos sentimos seguros con lo que estamos exponiendo o que nos sentimos vulnerables frente a ellos. Así, Fuster recomienda “evitar gestos que transmitan emociones negativas, ya que ello dificulta el acercamiento y las relaciones interpersonales”.
7. Olores fuertes
Parece algo obvio, pero no lo es tanto. No solo se trata de la higiene y de ir aseado, algo que no todo el mundo cumple, sino también de evitar olores fuertes, como los de ciertos perfumes, y sobre todo el olor a tabaco, o similares.
“Fumar antes de la entrevista, no ir aseado o haber estado previamente en un espacio cerrado donde los olores se han impregnado en el traje del candidato creará una impresión negativa muy difícil de superar”, reflexiona Arancha Ruiz desde su perspectiva de headhunter. Como alarma advierte de que “cuando un entrevistador abre la ventana para airear la sala tras un candidato, es un indicio de que con mucha probabilidad no le volverá a llamar”.
8. No respetar el espacio personal
La forma en la que nos relacionamos con los demás no solo depende de cómo cuidamos nuestro espacio, sino también el suyo.
Tal y como informa Susana Fuster, “el contacto físico es una poderosa herramienta a la hora de conectar con los demás”. El estudio del mismo recibe el nombre de “háptica” y es un recurso con el que se puede transmitir una imagen cercana o distante según nos interese. Por ejemplo, “tocar el codo o un ligero toque en el brazo o en el hombro puede ayudar a generar vínculos, confianza y una actitud de colaboración y empatía”.
En cuanto a la distancia, la experta señala que “existe una distancia para cada situación: distancia íntima, personal, social y pública”. En el caso del ambiente laboral, lo aconsejable es “utilizar la personal y social y siempre prestar atención a si la otra persona se encuentra cómoda con la distancia que estamos manteniendo”, por ejemplo, si notamos que se echan hacia atrás, sabremos que quizás nos hemos acercado demasiado.
Fuente: El País