«La Misereuse Accroupie» o «La Pobreza agazapada», un cuadro pintado por Pablo Picasso en 1902, escondía un gran secreto.
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El descubrimiento fue posible gracias a una avanzada técnica de rayos X fluorescente, según indicó el Instituto de Arte de Chicago. Al parecer, Picasso pintó su prestigiosa obra encima de la de un famoso homólogo latino.
Debajo de la pintura «original», habría un nexo que une a Picasso con el artista uruguayo Joaquín Torres-García. Primero fue un paisaje pintado por el latino, luego Picasso usó el mismo lienzo para dibujar una mano agarrando un pan, lo que terminó por ser la reconocida obra que actualmente descansa en la Galería de Arte de Ontario, en Canadá.
Ya en 1992 perspicaces curadores de arte advirtieron sobre ciertos rasgos no concordantes en el famoso cuadro, los que hacían pensar que el lienzo podría haber sido reutilizado.
Según explicó el profesor Marc Walton en la revista que publicó el descubrimiento, Picasso usó el paisaje del uruguayo “como fuente de inspiración”, para llegar a crear una forma femenina. Las colinas pintadas en el lienzo original, terminaron por ser los cimientos de la espalda de la mujer retratada.
Afortunadamente, la técnica utilizada para analizar la obra no causó ningún estrago en dicha pintura.