Para mucha gente, comer pan es una cura bastante confiable para la borrachera de la noche anterior. Pero para unos pocos, la ingestión de carbohidratos puede tener el mismo efecto que unos tragos, gracias a una extraña condición llamada síndrome de autocervecería.
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La habilidad de emborracharse con las propias tripas puede parecer un regalo del Dionisio, pero el síndrome de autocervecería (también llamado síndrome de fermentación del intestino) es un trastorno serio y poco estudiado.
Según un nuevo episodio de SciShow, en el que hablan de uno de los pocos casos registrados de este trastorno, en 2010 un hombre de 61 años de Texas fue al hospital después de haberse quejado durante cinco años de una borrachera inexplicable.
Afortunadamente, su esposa, enfermera, había estado documentando los síntomas del pobre hombre. Anotó que su extraña intoxicación apareció por primera vez en 2004, tras someterse a una cirugía en el pie y haber sido medicado con una gran dosis de antibióticos.
De acuerdo con un estudio del caso del hombre, «a menudo el porcentaje de alcohol en su sangre era tan alto como… 0,40. El límite legal de alcohol en los Estados Unidos es de 0,08 por ciento». Los doctores asumieron que el hombre era alcohólico en secreto.
Los gastroenterólogos lo vigilaron en una habitación aislada del hospital por 24 horas para asegurarse de que no fuera a tomar sin que ellos lo supieran. Durante ese lapso lo alimentaron con comidas altas en carbohidratos y revisaron periódicamente sus niveles de glucosa. Llegó un punto en el que el nivel de alcohol en la sangre del hombre se elevó a 0,12 por ciento por alcoholímetro, sin que hubiera tomado una sola gota de alcohol.
Descubrieron lo que había pasado: los antibióticos que le recetaron en 2004 después de la cirugía de pie eliminaron las bacterias buenas de sus intestinos, lo cual permitió que se crearan levadura y otros hongos intestinales. Cada vez que el tipo comía pan o algún otro carbohidrato, el exceso de levadura en su sistema digestivo lo fermentaba y se convertía en alcohol, que terminaba luego en el torrente sanguíneo.
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El tratamiento para el síndrome de autocervecería resultó ser una dieta libre de azúcares y carbohidratos, varios tipos de antibióticos y algunas tabletas de L. acidophilus para recolonizar el intestino.
Muy pocos casos de síndrome de autocervecería han sido registrados por los doctores. La paciente más joven fue una niña de tres años que se intoxicó después de tomar un jugo de frutas dulce. Según SciShow, Japón tiene la mayor cantidad de casos de este trastorno, posiblemente por una deficiencia de enzimas que afecta desproporcionadamente a los asiáticos.
Así que ahí está. Emborracharse con unas pocas tajadas de pan o unas papas es posible, pero probablemente tú no lo lograrás. Y si te pasa, no va a ser tan divertido como crees.
Publicado originalmente en VICE.com.