Durante el periodo vacacional navideño aumentan los trastornos del sueño a causa de las bajas temperaturas, la ingesta desmesurada de comida y alcohol y los cambios en el reloj biológico, explicó a Efe el director del Instituto Mexicano de Medicina Integral del Sueño (IMMIS), Reyes Haro Valencia.
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El desvelo al que someten las largas cenas navideñas es uno de los factores más importantes ya que modifica el ritmo circadiano, comúnmente conocido como reloj biológico, retrasando la hora habitual de irse a la cama, algo que propicia problemas para dormir una vez concluidas las fiestas.
«Tendrán problemas para dormir sobre todo los que retrasan un par de horas o más su horario de ir a la cama», afirmó el especialista, y añadió que esas personas «tendrán dificultad para regresar al horario convencional».
La falta de sueño también va acompañada de un mayor consumo de alimentos en las cenas navideñas, en especial hidratos de carbono para combatir las bajas temperaturas, y por ende una subida de peso, «factor que incide en la aparición de ronquidos y en la conocida apnea del sueño».
La apnea consiste en interrupciones respiratorias que suceden durante la noche y que impiden que haya una continuidad del sueño.
«Si la persona ronca, roncará más. Si no ronca, puede comenzar a hacerlo y para quienes roncan, un poco más de peso les hace presentar la apnea del sueño», precisó.
También ocurre que «los cambios en la temperatura propician el aumento en las enfermedades respiratorias», siendo los cuadros gripales los que más influyen en el mal dormir de esta temporada.
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El investigador del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) recalcó que «no podemos dejar de lado el consumo de alcohol que va acompañado de la fiesta» como otro factor determinante.
«El alcohol propicia más ronquidos, más apneas y en quienes no son roncadores afecta a la profundidad del sueño», algo que origina distintas formas de insomnio. Igualmente, la nicotina presente en el tabaco también produce este efecto.
La modificación del sueño por estos factores impacta de distintas formas a los cuatro indicadores que constituyen la buena calidad del mismo: profundidad, continuidad, duración e inicio.
Según el experto, el tiempo normal que necesita un humano para dormirse no debe sobrepasar los 15 minutos.
Con respecto a la continuidad, cada 90 minutos se completa un ciclo de cuatro etapas y ocurre un pequeño despertar que en ocasiones no se percibe. En caso de sí hacerlo, no debería costar volver a conciliar el sueño; sin embargo, una señal de que no se está durmiendo bien es precisamente la dificultad en volver a dormir.
La profundidad hace referencia a lo onírico, es decir a la capacidad de soñar. «El cerebro requiere de esta etapa; si soñamos es que alcanzamos el sueño más profundo y por tanto completamos las cuatro etapas», señaló.
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Según el neurocientífico, «debe recordarse al menos un sueño» cada noche, así como dormir al menos siete horas para obtener un correcto descanso.
«El no recordar lo que se sueña es otro indicador de que no se está durmiendo bien», subrayó.
Sumado a esto, durante la temporada invernal existen cambios en los mecanismos fisiológicos encargados de regular la producción de melatonina, hormona con diferentes concentraciones según la hora del día que participa en el control del ciclo del sueño.
«El día suele ser más corto en esta temporada, con lo que los mecanismos fisiológicos del cuerpo que nos hacen dormir se modifican», explicó Haro.
La producción de melatonina que se inicia con el ciclo de oscuridad «es desplazada un par de horas, lo que influye en que nuestro cuerpo intente dormir más», abundó.
El investigador apuntó que «los mecanismos fisiológicos que regulan el dormir también regulan nuestro estado de ánimo», y afirmó que «quien duerme mal en esta temporada o duerme menos de lo que acostumbra es más proclive a presentar la depresión estacional».
De igual modo, un estado de ánimo bajo o irregular motivado por la falta de sueño también «implica que se duerma peor».
Otros síntomas que permiten identificar si se está descansando correctamente son «la sequedad de boca por las mañanas, cefaleas, fatiga, tensión muscular en nuca y espalda», así como una mayor necesidad de consumir bebidas estimulantes como el café.
Fuente: EFE