Carlos Gallardo, reconocido chef ecuatoriano, continúa su labor de difusión de la gastronomía del país por el mundo con un nuevo proyecto entre manos. Fruto de sus investigaciones y de amplios recorridos por el país y el mundo, Gallardo cree tener la fórmula para lograr que Ecuador se convierta en un destino turístico anclado en la promoción de productos ecuatorianos que exportamos.
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¿Cómo desde la gastronomía se puede apoyar las campañas de turismo hacia Ecuador?
La idea nace del sueño de convertir al país como un destino turístico culinario. Siempre creí que el futuro eran los productos. Soy un gran defensor de la cocina criolla ecuatoriana, amo el locro, el ceviche, el hornado, me encanta la colada morada y las guaguas de pan, pero entiendo que este tipo de cocina tiene su etapa y su momento histórico. Tras mis viajes por el mundo, he entendido que a los extranjeros les interesa algo que sea único, exclusivo y de calidad, entonces, ¿cuál es el plus único que podría tener nuestro país como tal? Es algo que hace 10 mil años dominamos, la producción agrícola. Todos tenemos en nuestra línea genealógica algún familiar que haya dominado algún arte u oficio que tenga relación con el trabajo de la tierra. Y lo que mejor sabemos hacer es la exportación de nuestros productos, ya que sabemos cómo cultivar, cómo pescar, o recolectar, y por eso es que nos va tan bien vendiendo casi 4 millones de dólares en banano, 3 mil millones en camarón, y 6 mil millones de dólares en cacao, atún, rosas, palmito, entre otros.
¿Por qué propone ese cambio de paradigma para la promoción del país?
El asunto es qué tan fácil es vender ‘per se’ la cocina criolla en el mundo, o qué tan fácil es decir tenemos ceviche vengan a Perú, o tenemos tacos vengan a México, no a todas las personas les gustas lo mismo, por lo que no necesariamente el modelo de la cocina ecuatoriana tiene que ser el mismo que el de otros países.
¿Cuál sería la estrategia?
Una gran oportunidad para el Ecuador es que la gente que nos compra estos productos se interesen por el país. Es más fácil como Embajador del país irme por todo el mundo diciendo: “tenemos el mejor camarón del mundo”, que decir: “te vendo esta cazuela de camarón”, porque hasta explicarle en qué consiste este plato, prefiero decirles que tenemos buenos camarones y que si está en Argentina se prepare un buen bife de chorizo con camarón, si está en Italia hornee una pizza con camarón, o si está en Japón haga un rollo de sushi con camarón, con camarón ecuatoriano.
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Prefiero enamorarte del producto como lo hacen otros países, como Chile por ejemplo, que giran alrededor del salmón o el vino, y no se están ‘estresando’ en vender platillos sino la marca del país en sus productos.
¿Quién más debería unirse a este objetivo?
La gran labor está en la mano de los productores y exportadores para cerrar ese círculo sostenible de lo que es marca país.
¿Cuáles serían estos productos que impulsarían esta idea?
Siempre le aposté a los productos ecuatorianos porque han sido nuestros grandes embajadores en el mundo, el cacao con 100 años de exportación, el banano con 60 años, 35 años de camarón, 25 años de exportación de rosas, y en base a eso tenemos que vender una oferta mundial. Los ecuatorianos tenemos que aprender, en todos los campos de acción de la sociedad (escuela, colegio, universidad, o en cualquier área laboral), a defender los productos ecuatorianos.
La gran labor dentro del Ecuador es que se de a conocer con orgullo los productos que hemos tenido siempre, aquellos que comemos día a día, y que para el turistas extranjero sea el motivo y la razón especial para venir a nuestro país a disfrutarlos. Mientras, mi labor es esa, seguir difundiendo esta riqueza.