En la localidad portuaria de Hook de Holanda, una extraña criatura marina envuelta en redes sorprendió a los pescadores. La «cosa» -como la llamaron en un principio- tenía sesenta centímetros de largo y dos cabezas.
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La foto de la «cosa» circuló entre los navegantes hasta que llegó a la casilla de correo electrónico de Erwin Kompanje, del Museo Natural de Historia de Rotterdam.
Lo primero que quiso saber fue cuándo podrían llevarla a un laboratorio para que los científicos estudien al ejemplar. Eran dos marsopas que habían nacido hacía pocas horas y que estaban unidos en su cuerpo.
Kompaje quería que la ciencia se encargue de investigar el hecho. Según él, luego de estudiar la especia 20 hay pocos registros de hechos similares. Nueve se conocieron hasta el momento.
Los otros casos no sirvieron para que los expertos en fauna marina y en cría de marsopas, delfines y ballenas pudieran entender cómo pudo ocurrir.
Los casos de gemelos en estas especies son casi imposibles, porque las hembras no tiene espacio suficiente en su cuerpo para que ambos puedan desarrollarse.
Lo que se ha descubierto, hasta el momento, son fetos sin desarrollar. Uno de los casos data de 1970, en Japón. El otro, en el mar Mediterráneo, en 2001. Pero ninguno permitiría a la ciencia conocer en detalle su evolución. Este sería el primer caso: los delfines habían nacido hacía pocas horas y su estado de conservación era perfecto.
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«Creo que nacieron vivos», dijo el hombre,; según lo publicado por The Washington Post. Las causas de la muerte pudieron ser varias, pero el naturalista piensa que sobre todo dos teorías sacan ventaja sobre el resto: cada uno de los cerebros pudo haberle dado información diferente al cuerpo del animal para así morir ahogado, o bien su corazón no soportó.
Aún internados en el mar, Kompanje se comunicó con el jefe de los pescadores para que le diera las coordenadas exactas del lugar en el que se encontraban.
Desde ahí, planificó todo: cómo llegar hasta el lugar, qué vehículos podían utilizar y cómo llegar hasta el trofeo. Incluso imaginó a la criatura de dos cabezas en su museo, luego de que los científicos lo examinaran.
Pero todo se derrumbó en la imaginación del curador de museo cuando supo lo que había ocurrido.
«Pensaron que era ilegal recogerlo. Tomaron cuatro fotografías y lo devolvieron de vuelta al mar. De vuelta al olvido», indicó el hombre que escribió un informe basado en las fotografías en la revista de su museo.
«Para un cetólogo, esto es un verdadero horror», concluyó.
Fuente: Infobae