«Repite una mentira con suficiente frecuencia y se convierte en verdad», es una ley de propaganda con frecuencia atribuida al nazi Joseph Goebbels. Entre los psicólogos, esto se conoce como el efecto de la «ilusión de verdad».
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Así es como funciona un experimento típico sobre esto: los participantes califican cuán ciertas puede ser las afirmaciones de un cuestionario de trivialidades, cosas como «una ciruela pasa es una ciruela seca».
A veces, estas afirmaciones son verdad (como esa), pero en ocasiones los participantes ven una versión paralela que no es verdad (algo así como «un dátil es una ciruela seca»).
Después de una pausa -de minutos o incluso semanas- los participantes repiten el procedimiento, pero esta vez algunas de las cosas que califican son nuevas, y otras ya las habían visto antes en la primera fase.
La principal conclusión es que la gente tiende a valorar los elementos que ha visto antes como más probables de ser ciertos, independientemente de si son verdad o no, al parecer por la única razón de que están más familiarizados con ellos.
No es toda la historia
De manera que aquí, capturado en el laboratorio, pareciera estar el origen de la frase de que si se repite una mentira muchas veces se convierte en la verdad.
Y si miras a tu alrededor, pudieras comenzar a pensar que todo el mundo, desde los anunciantes a los políticos, se aprovechan de esta debilidad de la psicología humana.
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Pero un resultado confiable en el laboratorio no es necesariamente un efecto importante sobre las creencias de las personas en la vida real.
Si realmente se pudiera hacer pasar como verdad por repetición una mentira, no habría necesidad de todas las otras técnicas de persuasión.
Un obstáculo es todo lo que ya conoces.
Incluso si una mentira suena plausible, ¿por qué dejar a un lado lo que sabes solo porque has oído repetidamente la mentira?
Recientemente, un equipo dirigido por Lisa Fazio, de la Universidad de Vanderbilt, realizó pruebas para determinar cómo el efecto de ilusión de verdad interactúa con nuestro conocimiento previo. ¿Afectaría nuestro conocimiento existente?
Los investigadores utilizaron parejas de afirmaciones verdaderas y falsas, pero también dividieron los elementos atendiendo a cuán probable era que los participantes conocieran la verdad.
Los resultados muestran que el efecto de ilusión de verdad funcionó con tanta fuerza para las cosas conocidas como para las desconocidas, lo que sugiere que el conocimiento previo no impedirá que la repetición cambie nuestros juicios de plausibilidad.
Para cubrir todas las bases, los investigadores realizaron un estudio en el que se pidió a los participantes que evaluaran cuán verdadera parecía cada afirmación en una escala de seis puntos, y otro en el que solo clasificaban cada hecho como «verdadero» o «falso».
La repetición elevó la afirmación en la escala de seis puntos y aumentó las probabilidades de que pudiera ser clasificada como verdadera.
En cuanto a afirmaciones que eran reales o ficticias, conocidas o desconocidas, la repetición hizo que todas parecieran más creíbles.
Atajos y estrategias
En principio esto parece una mala noticia para la racionalidad humana, pero -y no puedo enfatizar esto lo suficiente- en la interpretación de la ciencia psicológica hay que mirar los números reales.
Lo que Fazio y sus colegas encontraron realmente es que la mayor influencia a la hora de juzgar un enunciado como verdadero fue … si realmente era cierto.
El efecto de repetición no pudo enmascarar la verdad. Con repetición o sin ella, la gente tendía a creer en los hechos reales en contraposición a las mentiras.
Esto demuestra algo fundamental acerca de cómo actualizar nuestras creencias: la repetición tiene un poder de hacer que las cosas suenen más ciertas, incluso cuando sabemos que no lo son, pero no anula el conocimiento.
La siguiente pregunta tiene que ser, ¿por qué puede suceder esto?
La respuesta tiene que ver con el esfuerzo que se necesita para mantenerse rígidamente lógico ante cada información que se escucha.
Si cada vez que oyes algo lo evalúas contra todo lo que ya sabías, todavía estarías pensando en el desayuno en el momento de cenar.
Debido a que tenemos que hacer juicios rápidos, adoptamos atajos heurísticos que están a menudo más correctos que equivocados.
Basarse en la frecuencia con que has oído algo para juzgar cuán veraz se siente, es solo una estrategia.
Otros recursos
Si la repetición fuera la única cosa que influyera en lo que creemos, estaríamos en problemas, pero no es así. Todos podemos hacer valer facultades más amplias de razonamiento ; aunque hay que reconocer que son un recurso limitado.
Nuestras mentes están atrapadas por la ilusión del efecto de verdad, porque nuestro instinto es usar atajos al juzgar el grado de verosimilitud de algo. A menudo esto funciona. A veces resulta engañoso.
Una vez que sabemos acerca del efecto, podemos protegernos contra él.
Parte de esto es comprobar por qué creemos en lo que creemos: ¿si algo suena plausible es porque realmente es cierto, o porque se nos ha sido dicho en repetidas ocasiones?
Esta es la razón por la que los estudiosos está tan desesperados por proporcionar referencias: para que podamos rastrear el origen de cualquier afirmación, en lugar de tener que tomarla como un acto de fe.
Pero parte de protegerse contra la ilusión consiste en obligarnos a nosotros mismos a dejar de repetir falsedades.
Vivimos en un mundo donde los hechos importan, y deben importar. Si repites cosas sin molestarte en comprobar si son ciertas, estás ayudando a construir un mundo donde mentira y verdad son más fáciles de confundir.
Con información de BBC Mundo