Estilo de Vida

¿Qué tiene de especial comprar una sudadera de 800 dólares?

En “Zoolander” no hubo burla más clara: Mugatu, el excéntrico diseñador interpretado por Will Ferrell, lanzaría una colección para glamurizar una condición indigna y que tiene a 100 millones de seres humanos (según la ONU) padeciendo: la indigencia. El “homeless chic” que han sacado John Galliano (clara parodia de Mugatu) y otras marcas a lo largo del nuevo milenio, con ropa rota, desgastada y salida de un apocalipsis post nuclear, en precios estrambóticos.

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Entonces, ¿qué hay de nuevo en que una marca venda una sudadera que podría usar su abuelo para ir a jugar basquetball y lo haga en 800 dólares? ¿O qué hay de relevante en que una marca venda una sudadera de Titanic que llega, justamente, en una época en la que el revival de los 90 lo es todo?

Porque Vetements es el nuevo statement del antiglamour, alguna vez comparado con Vivienne Westwood en sus primeros tiempos, o con el genio Alexander McQueen. El chic parisino que se aleja por fin de Audrey Hepburn y Coco Chanel y llega a lo más ecléctico y urbano de las culturas que viven allí.

Fue fundada en 2013 por Demna Gvasalia (ahora director creativo de Balenciaga) y cinco compañeros más, quienes se graduaron de una de las escuelas más vanguardistas del mundo: la Escuela de Amberes. Tienen solo cuatro colecciones y se caracterizan por hacer de lo normal algo vanguardista.

De hecho, piensan que todo está inventado y con base en esto reinterpretan prendas en apariencia simples, como los jumpers, los impermeables y las prendas maximalistas. A través de técnicas de costura y sastrería de alto nivel, Gvasalia retoma lo ordinario para convertirlo en moda y de esta manera, enfrentarse al “glamour” tan atosigante de la moda en estos últimos tiempos.

Deconstruyen y superponen, al estilo de Margiela en sus primeros años. Además, muchas prendas de su staff han sido apropiadas para las colecciones. Otra característica que tienen es algo muy de macrotendencia: su ropa es unisex y solo se vende en los calendarios dispuestos de temporada. No dependen de la inmediatez que ahora han propuesto firmas como Burberry o Tom Ford, sino de su propio calendario.

El georgiano Gvsalia (quien ya tenía experiencia previa en Vivienne Westwood, Comme des Garçons y Maison Margiela), es el único que da la cara al público y enfatiza en que el espíritu de la marca se siga manteniendo como al principio. Impensable ser, por ejemplo, como Dior o Carolina Herrera con un vastísimo imperio de licencias de perfumes, bolsos y accesorios. Ellos no quieren estar fuera del sistema, pero sí quieren vender a su modo.

Por otro lado, Vetements combina todo lo que pasa a nivel sociedad con referencias culturales que aún no nos dejan.  Años 80, 90, logos de DHL (al mejor estilo referencial de Warhol, retomado solo por Jeremy Scott en Moschino). Han sido las estrellas de la Semana de la Moda en París y Jared Leto y Rihanna también llevan su ropa. Hablan de nuevos contextos para la ropa a través de la funcionalidad y lo “cool” que personifican figuras tan poco ortodoxas como Willow y Jaden Smith. Todo es atemporal y hecho fuera de las reglas, paletas y evocaciones nostálgicas que nos han invadido desde hace tres temporadas.

Piensan en alguien que se aleje del bombo y de la homogeneización, precisamente, a través de prendas que aterrarían al más tradicional de los fashionistas. De esta manera, han creado, según los medios especializados, “el nuevo lujo”. Algo que no es nuevo, pero que luego de años de artificialidad, sitúa a la moda en tiempos de democratización así sea simbólica. ¿Porque quién, aparte de los súper ricos y Kim Kardashian puede comprarse un impermeable de miles de dólares?

El “homeless-chic”: una historia

La mendicidad, el desaliño como elementos “cool”. Esto se ha visto en pasarelas como la de la mencionada Vivienne Westwood en 2010 (incluso las modelos desfilaron con carros de mercado). En una continua apropiación de referentes sociales (así sean insensibles).

John Galliano fue el que inició esta tendencia en la primavera de 2000. El diseñador, que en ese entonces trabajaba para Dior, afirmó que se inspiró a la gente que veía en los bancos del río Sena, luego de trotar. Hubo seda con imprenta de periódico, marca ya de la casa y elementos lujosos. Tanta polémica hubo, que Maureen Dowd, vocera en ese entonces, afirmó que solamente se inspiró en los parisinos que superponían sus prendas.

Pero en 2006 las gemelas Olsen anunciaron que querían alejarse de su imagen de su imagen “chic” para ser “homeless” y Tyra Banks llegó a disfrazarse de una mujer sin hogar para concientizar. Cosa que no hizo la modelo Erin Wasson en 2008, a su vez se inspiró en los mendigos de Venice Beach. Para 2009, W Magazine publicó su propia editorial de Oliver Twist con Sasha Pivovarova. “Pobre Sasha, no tiene nada más en el mundo que sus Prada y bolsos Chanel de papel y aún así luce mejor que el 99% de la Humanidad”, ironizaba la publicación.

Scott Shuman también fue criticado por fotografiar a un hombre en “The Sartoralist”, su blog. Explicó que lo hizo por la belleza de la imagen, mas no por hallar nada romántico en su situación.

Cosa que sí hizo Elisabeth Von Turn und Taxis, princesa de abolengo y editora de Vogue París, que fotografió a una persona sin hogar leyendo Vogue y se regodeó de eso. Poco importó que su antigua familia hiciera caridad: se le tildó de inconsciente, frívola y fuera de la realidad. Todo sucedió en la Semana de la Moda de París el año pasado.

Pero Elisabeth solo era un blanco perfecto, pues cuando el mendigo Xilige, en China, se convirtió en un fenómeno viral, nadie dijo nada: antes hicieron memes y su estilo “edgy”, salido de la más profunda miseria, se convirtió en un suceso de Internet. 

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