Cuando estamos enamorados, las sensaciones que pasan por nuestro cuerpo son muy diferentes a otros días ‘normales’ en la vida. Pero, cuando la relación termina, parece que las mariposas en el estómago, se convierten en filosos cuchillos que nos acribillan desde adentro.
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Pero la explicación para este dolor post-truene es muy sencilla: el amor es como una droga y olvidar a nuestros ex se convierte en una tortura porque es como si nos privaran de las dosis que necesitábamos para estar bien.
Cuando estamos enamorados, el organismo genera sustancias como la oxitocina, la hormona de la felicidad y anti-dolor, y la dopamina, la hormona de placer. Estas sustancias tienen efectos cerebrales relacionados con el placer. De acuerdo con un estudio publicado en la revista PLOS ONE, el efecto del amor es igual al de algunos analgésicos, pues gracias a las hormonas mencionadas, se reduce de manera significativa el dolor.
Al romper la relación, se dejan de segregar estas hormonas y nuestro cerebro reacciona como el de un adicto generando síntoma de abstinencia (dolor físico, obsesión o ansiedad).