Si la muerte por coco tiene entrada propia en la Wikipedia es que la cosa va en serio. Aunque parezca un chiste de mal gusto, el impacto de cocos con cabezas humanas después de caer de lo alto del cocotero ha dejado un largo historial de crónica negra. Si un cocotero alcanza los 30 metros de altura y un coco maduro puede superar un kilo y medio de peso, la colisión convierte el fruto en un proyectil para el cráneo humano. La fuerza de la gravedad pasa a ser mortal de necesidad. Una muerte absurda, pero muerte al fin y al cabo.
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La paranoia en ciertas zonas por la muerte por coco ha provocado que las autoridades hayan insatlado señales que alertan a nativos y turistas. Si eres filipino, malasio o estás de vacaciones en una isla tropical, las probabilidades de muerte por coco aumentan. No deja de ser irónico que en Filipinas se considere que el cocotero es “el árbol de la vida” porque se aprovechan todas sus partes, cuando en realidad provoca decenas de muertos al año. Del árbol de la vida al árbol de la muerte hay un impacto de coco de diferencia.
En el libro, el ilustrador Michael Weldon dibuja 50 cosas más peligrosas que un tiburón y, efectivamente, el coco ocupa la portada. George Burgess, director del departamento de ataques de tiburón del Museo de Historia Natural de Florida, afirma que «según los datos más recientes, existen 15 veces más probabilidades de morir por un impacto de coco que por un ataque de tiburón». Se estima que 150 personas en todo el mundo mueren cada año por culpa de los cocos. El número pasa a ser más impactante si se compara con el número de muertes causadas por tiburones al año, que son aproximadamente cinco. Una manera simbólica de desmitificar la imagen del tiburón como animal mortal, cuando más bien es el hombre con su conducta invasiva quien lo provoca.
La cervecería Oskar Blues (Colorado, USA) dedicó el nombre de una cerveza artesanal a la muerte por coco. Las muertes por impacto de coco son una pesadilla para administraciones y empresas privadas. Después de varias indemnizaciones millonarias, las autoridades prefieren limpiar los cocoteros en temporada alta antes que sea demasiado tarde y tengan que pagar millones a los familiares de las víctimas. Sin ir más lejos, en la costa australiana se limpió la costa de cocoteros después de varios accidentes mortales. El titular de la prensa local fue clarividente: “El fruto asesino”.
Es abrumador repasar en Internet las muertes por coco. Los informes históricos de muertes reales se remontan al menos hasta la década de 1770. También incluyen casos de cocos utilizados como armas, como por ejemplo el uso de «bombas de coco» por las fuerzas japonesas durante la Segunda Guerra Mundial.
El poeta estadounidense Frederick Seidel escribió un poema titulado «Coco», que incluía los siguientes versos:
«Un coco puede caer y se golpearte en la cabeza,
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y si cae desde lo suficientemente alto puede causarte la muerte.
Muerte debajo de las palmas de coco, ¡Esto es vida!”
Fuente: Playground.com
