Alrededor de las bebidas que consumimos, para hidratarnos o alimentarnos, se han creado varios mitos. La Razón.com despejó algunos y aclaró otros:
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Diferencia entre el agua embotellada o del grifo: El médico Rodrigo Encinas concluyó: “Si el agua del grifo viene de tuberías limpias y no tiene muchos concentrados minerales, no tendría por qué ser inferior a la embotellada. Al contrario, mientras menos oxigenada está el agua, pierde cualidades. Eso sí, a veces tiene mucho cloro, lo que afecta más bien al sabor. En cambio, si el agua embotellada no ha sido correctamente almacenada, expuesta al sol, por ejemplo, puede resultar dañina”.
Al escoger entre un jugo envasado o una gaseosa ¿qué es más saludable?: “El juego envasado suele tener por igual un alto contenido de azúcar, edulcorantes artificiales, ácido cítrico en altas concentraciones, saborizantes y conservantes. Que diga ‘fruta’ no es una garantía, es preferible un jugo natural o un hervido bajo en azúcar”, expone Encinas. Recuerda además que los jugos de fruta natural no quitan la sed, tu cuerpo los asimila como alimento. Para quitar la sed debes beber agua.
Sobre las gaseosas y los dientes: “El consumo periódico y prolongado de refrescos en polvo, bebidas gaseosas y hasta jugos de fruta envasados es malo, pues contienen ácido cítrico que primero ablanda el esmalte de tus dientes y luego lo quita”, dice la odontóloga Tatiana La Fuente, quien recomienda también refrescos hervidos en casa.
Las bebidas isotónicas no se recomiendan en niños y adolescentes: “Son para aquellas personas que desgastan su energía en el deporte. Consumirlas sin actividad previa causa cálculos, porque contiene una alta cantidad de minerales”.
¿Ocho vasos de agua al día?: Si bien lo mejor es beber agua porque es la fuente de energía y vida, “no se la debe consumir antes de las comidas, sino durante o después, para que el estómago no se llene de líquido y no deje espacio para los nutrientes necesarios”, afirma Calle. Eso sí, ayuda mecánicamente a la buena digestión y limpia los intestinos.
Los energizantes no reemplazan a la comida: Estas bebidas tienen altas concentraciones de químicos estimulantes que te ayudan a estar alerta por más tiempo, pero no suplen la comida porque no contienen la cantidad de vitaminas, minerales y micronutrientes necesarios, indica Calle.
La cerveza no engorda, lo que sí aumenta kilos en la persona que la consume es el hábito de acompañarla con picadas o comida con altos niveles de grasa.