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En nuestro día a día nos hacemos un sinfín de preguntas que luego dejamos arrinconadas. Son cuestiones aparentemente sin importancia pero que se nos presentan una y otra vez sin que obtengamos respuesta. Hoy nos preguntamos: Si el agua no caduca, ¿por qué las botellas llevan fecha?
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En principio, el agua embotellada no necesitaría llevar impreso ningún vencimiento. Aunque pase el tiempo, sus propiedades químicas y físicas no varían si ha sido embotellada siguiendo las normativas de fabricación (embotellamiento) y almacenaje. La fecha se suele poner porque sí que es posible que el envase sufra algún tipo de degradación.
Normalmente se utiliza un plástico de los considerados menos tóxicos, es el PET. El PET (tereftalato de polietileno) suele ser el material empleado para envasar las bebidas, y a pesar de ser totalmente seguro, se ha comprobado que en determinadas circunstancias puede pasar al agua algún compuesto que podríamos considerar potencialmente tóxico. No hay que alarmarse ya que en todo caso, la cantidad que se transferiría al agua no podría poner en riesgo nuestra salud.
Como en algunos países es obligatorio que todo alimento lleve fecha de caducidad se ha optado por etiquetar también el agua, aunque el agua no caduca.
Generalmente se le da una caducidad de 2 años, (aunque en realidad es una fecha ficticia) o se marca la botella con la fecha de embotellado para que sepamos cuanto tiempo lleva envasada. Si conservamos el agua en un lugar fresco, que no tenga luz directa sobre los botellines o garrafas y alejado de contaminantes como pueden ser los productos químicos, el agua será bebible mucho tiempo después de cualquier fecha de caducidad que ostente. Eso sí, en ningún caso debe abrirse la botella pues a partir de 2 semanas puede desarrollar algas y bacterias.
En cuanto a la polémica sobre la reutilización de los botellines de agua, se ha comprobado que con el tiempo y el número de usos, el PET se irá deteriorando y esto puede hacer que la transferencia de componentes tóxicos aumente.