Por primera vez, dos series de televisión integran la selección oficial del Festival de Cannes, aunque están fuera de competición. Una consagración para un género que ha conquistado a todos los públicos, desdibujando los límites con el séptimo arte.
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Eso sí, se trata de dos series de dos directores de cine recompensados ya en Cannes: la segunda temporada de «Top of the Lake», de la neozelandesa Jane Campion, la única mujer que ha ganado la Palma de Oro («El piano» en 1993), y la tercera parte de «Twin Peaks», del estadounidense David Lynch («Corazón salvaje», Palma de Oro en 1990), presentada 25 años después de las dos primeras entregas.
Antes que Cannes, otros grandes festivales de cine ya han entreabierto las puertas a este formato. El año pasado, la Berlinale, que tiene ahora una sección dedicada a las series, proyectó en sesión especial los primeros episodios de «Night Manager», inspirada en una novela de John Le Carré, y la Mostra de Venecia reveló el inicio de «Young Pope», de Paolo Sorrentino.
En Estados Unidos, los Globos de Oro recompensan filmes y, desde 1962, también series. Desde este año, los MTV Awards, llamados ahora MTV Movie & TV Awards, premian tanto a películas como a series.
Por el momento, Cannes sin embargo no mezcla los géneros. El año que viene, la ciudad les dedicará un festival propio, «Cannes Series», con el apoyo de Canal+.
Todos estos signos reflejan el peso cada vez más importante de las series respecto al cine, en cuanto a espectadores, financiación e influencia cultural.
Emancipadas de la televisión, las series se visionan sobre todo por internet, y a menudo a través de los teléfonos celulares, gracias a los nuevos servicios ilimitados como Netflix, CanalPlay, Amazon Prime o Hulu. Esto les permite llegar a decenas de millones de espectadores, mucho más que cualquier red de salas de cine.
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Presupuestos millonarios
En Estados Unidos, desde 2006, el número de series producidas por año se ha duplicado, pasando de 192 a 455 en 2016, según FX Research. Y una de cada cinco es producida por un servicio de vídeo en línea.
Su presupuesto puede superar al de muchas películas: Netflix invierte miles de millones de dólares en sus creaciones originales. Según la revista Première, «Marco Polo» costó 9 millones de dólares por capítulo, y «The Crown», sobre la vida de la reina Isabel II, 14 millones de dólares, nueve veces más que «Moonlight», Óscar a la mejor película en 2017.
Las series también le han robado al cine sus estrellas de Hollywood. Matthew McConaughey en «True Detective», Anthony Hopkins en «Westworld», Nicole Kidman en «Top of the Lake» y «Big Little Lies».
Tampoco dudan en versionar grandes películas, como la inspirada en «Fargo», de los hermanos Coen.
«Querer crear divisiones entre cine y series es caer en un debate en desuso», asegura Pierre Langlais, especialista de series de la revista francesa Télérama.
«Hace mucho tiempo que los dos formatos dialogan. Hitchcock hacía una serie hace más de 40 años, y leyendas como Steve McQueen empezaron en la televisión. Hoy en día, los cinéfilos que denigran las series son minoritarios, y casi todos los ‘seriéfilos’ son aficionados a la gran pantalla», prosigue.
«La serie no es la ‘hermanita’ del filme. Es su compañera y no hay ninguna razón para no considerarla como su igual», concluye este experto.