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Empresarial

Ecuador crece con el sabor de café Minerva

Ricardo Vásquez, CEO de Café Minerva Ecuador, conversó con el CEO de Metro, Hernán Cueva, sobre la historia de la empresa líder en la producción y comercio del café ecuatoriano. 59 personas se esfuerzan para hacer del Ecuador un país cafetero

El CEO de Minerva Ecuador, Ricardo Vásquez, visitó Metro para comentar cómo se ha desarrollado la empresa líder en lo que a la producción y comercio de café en el país se refiere en los últimos 55 años, tiempo de vida de esta compañía. Vásquez también comparte cómo se hace un trabajo en el que están involucrados los 59 colaboradores de Minerva con la meta de que esta familia llegue algún día al siglo de existencia.

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Cuéntanos sobre Minerva, su vida, su funcionamiento y cómo ha hecho para meterse en la vida diaria de los ecuatorianos…

Minerva es una marca que está inmersa en la mente de los ecuatorianos desde hace 55 años. La actual administración tiene el reto de trabajar por los próximos 45. Queremos llegar a los 100 años de vida.

La empresa sigue siendo familiar, se trata de una industria de mucha fidelidad. La cafeína mantiene bien a la gente en su actitud, sin importar la edad y eso nos da alegría. Nuestros colaboradores más sanos son quienes trabajan en los molinos y que están todo el tiempo aspirando la cafeína que molimos.

A pesar de tener un gran ‘knowhow’ durante 55 años, fue muy difícil llegar a descubrir el paladar ecuatoriano, porque el café, en cada zona, es diferente. En Estados Unidos se toma un tipo de café, en Italia otro y en España y Colombia uno distinto.

¿Cuál sería uno de los objetivos más importantes de Minerva?

La primera meta de la empresa cuando nace es lograr encontrar el sabor ecuatoriano y es lo que hemos logrado. Ningún café en el mundo tiene las características óptimas para decir que es el mejor. Lo importante es crear una identidad de sabor. La calidad del café depende de la altura, la humedad, la lluvia. Los tipos de café varían y son como los vinos y sus sabores.

Minerva lo primero que hizo, desde su nacimiento, fue descubrir el gusto del paladar ecuatoriano y lo hizo usando el eslogan: ‘Minerva, rico café de café’. Eso ha creado identidad en la gente que en las ferias nos reconoce cuando llegamos donde sea. Los ecuatorianos quieren mucho a Minerva, lo sienten parte de sus vidas.

La empresa se fue expandiendo poco a poco y fue un negocio exitoso iniciando en Quito. Minerva nació en las calles del centro, Guayaquil y Oriente, sector conocido como la ‘esquina del movimiento’. Ahí estaba la radio gran Colombia y las fiestas de Quito se organizaban ahí. Minerva ponía el café.

El reto que tenemos es insertar esta marca tan tradicional en un mercado de modernidad porque la gente con más de 50 años de edad ya nos conoce y nos consume, pero ya no está en época de desarrollo. Ahora hay que apuntar a los jóvenes que sí toman café cuando estudian o en la hora de la cena. Los jóvenes hoy en día se desempeñan con mucha versatilidad, son rápidos en las decisiones, implementan, se comprometen, tienen propósitos, saben a dónde van y lo hacen bien. Nosotros trabajamos también para esas personas.

¿Se considera al Ecuador un país cafetero? ¿Qué se está haciendo para fortalecer esa etiqueta?

Analizando ese aspecto, les cuento que contamos con un grupo de gente motivada que está logrando resultados y superando los presupuestos. Trabajando día a día descubrimos que en Ecuador, 22 de las 24 provincias producen café. A causa de un error de concepto de los gobiernos, no somos aún un país cafetero. Si es que las asociaciones se hubieran percatado antes del potencial de este país en ese sentido, podíamos ser cafeteros. En el país se han sacado tres tipos de café: el clásico, de alto rendimiento; el especial que es conversacional; y el ‘Tommy House’ que es una delicia para luego del almuerzo. Después de una buena carne o un pesado, tomarse un ‘expreso’ es agradecido y valorado.

Buscando mantenerse en el tiempo, Minerva encontró un enfoque que habla mucho de su calidad. A la hora de tomar café, Minerva es más café. Ofrecemos más sabor, mejor presentación y queremos proyectarnos a lo que quieren los nuevos consumidores.

¿Han existido ‘piedras en el camino’ hasta llegar al éxito?

Minerva tuvo que redefinirse lo que fue difícil redefinir para una empresa en movimiento. Es como un tren en movimiento. No se puede dejar de vender a los que ya son clientes y hay que comenzar a vender a los que interesan. Hace poco, nos tomó dos años de investigar y ver por dónde debíamos movernos. Minerva nació como un negocio familiar. Descubrimos que es una marca que estará siempre con la gente, porque siempre investigaremos las necesidades del consumidor. Lo tenemos todo: instantáneo, caliente, con leche, para la familia, en la calle, para una cafetería, en paquetes pequeños y grandes.

La misión de Minerva es ser referente en la industria y la gente entiende eso. Lo ve en la limpieza, en la calidad, en la presentación, en el comportamiento con los clientes, en trabajo, hasta en los empaques. Queremos seguir siendo el café del Ecuador y por ello adquirimos café de todas las provincias y trabajamos con ecuatorianos. La maquinaria es de afuera, pero los ecuatorianos las manejan con amor y entrega.

Minerva no se olvida de su gente. Ya tenemos 15 jubilados y estamos proponiendo alternativas para que salgan tranquilos, pero no con un cheque solamente, sino con un negocio. La idea es que puedan seguir distribuyendo y así sentirse vinculados. No queremos que solo vendan café, deseamos que hagan empresa con sus familias.

¿Crecerán en su número de trabajadores? ¿Cómo aportan ellos a la empresa?

Minerva tiene 59 colaboradores. Ya no nos alcanzan las instalaciones porque queremos llegar a los 70. Quisimos cambiar la fisonomía de la empresa por lo que hemos montado una cafetería al ingreso. La secretaría recibe a la gente allí y les ofrece un café desde que entran. Todas las personas que trabajan con nosotros son ‘baristas’, saben catar, hablan de lo que es el producto y sus ingredientes.

Minerva se está proyectando hacia el exterior. Los clientes se han llevado el café en cajas a Suiza, España y Nueva York, pero de forma informal. Nos vamos a lanzar al exterior, tanto en el café verde como en el café tostado y molido. Tenemos un público que demanda nuestro café. Queremos atender nuevos mercados. Esta capacidad que tiene el país va a generar divisas, consumo y va a dejar que la gente viva del agro.

¿Cómo le ves a Minerva en este año y qué expectativas tienen en el futuro?

Veo que Minerva tiene un gran año y vienen buenos años por venir. La gente en el Ecuador está cansada de la incertidumbre y quieren luchar por sí mismos. La gente esta dinamizándose y se cansó de ser pesimistas.

Hay países que han vivido en crisis muchos años, pero no hay que contagiarse con la mala vibra. Debemos salir adelante. En Minerva está prohibido tratar sobre religiones, tampoco de política. Hablamos mejor de las oportunidades en 2018. No queremos que vengan a trabajar, sino a divertirse, a gozar. No queremos pagarles por trabajar, sino por aportar con buenas ideas y hacerlas realidad. Desde el mensajero hasta la gerencia, todos ganamos en función de resultados; Si crecemos todos, ganamos más todos.

¿Cómo vendemos si no hay producción? Todos debemos trabajar de la mano.

Todos los lunes presentamos los resultados de la compañía ante toda la empresa y decimos cuáles son las proyecciones. La gente hace sus cuentas y sueña con seguir creciendo. Manejamos dos cosas sustanciales, el involucramiento de la gente y el trabajo como cliente interno. Nos hemos diversificado en productos: leche, chocolate, los mejores cafés, los clásicos , los cafés de Loja, Manabí, el Amazonas. Hemos trabajado mucho en el desarrollo del equipo. Tuvimos que trabajar mucho en comunicación para tener sinergia.

Alguna vez, esta ha sido una empresa vertical: lo que decía el jefe era ley. Ahora ya no es así. Tenemos 59 personas pensando en la compañía, en la producción. La motivación mueve el 100% de la capacidad de la persona, la supervisión mueve menos del 60% de esa capacidad. Aquí no tenemos supervisores trabajamos con resultados.

¿Cuál es tu estilo de liderazgo para que todo marche sobre ruedas?

Yo he tenido que aprender a escuchar. Las soluciones no están en los altos mandos, están donde se originan los problemas. Aquí todos tenemos acceso a lo mismo y nos relacionamos en un nivel justo. Creo que siempre hay que tratar de saber los nombres de todos los empleados. Otra idea ronda nuestras cabezas y la haremos realidad. Vamos a visitar las casas de los trabajadores. Hay que vincularse y saber más de la vida del trabajador, mirar qué problemas tienen y en qué podemos colaborar con el principio de escuchar.

Hemos generado un árbol en lo que a producción se refiere porque Minerva es la ‘diosa de la productividad’. El árbol está compuesto por hojas del mismo tamaño. Todos aportamos. El tronco significa respeto, y las raíces hacen referencia a la productividad, el compromiso, la honestidad, la innovación y la alerta. También tenemos nuestro árbol de proveedores y clientes directos. Contamos con 10 mil puntos de venta en el país. Minerva quiere seguir siendo referente industrial en el Ecuador. Estamos inmersos en la idea ‘de la mata a la taza’.

¿Qué actividad te gusta hacer fuera del trabajo? ¿Cómo te desconectas?

Yo no me desconecto. Trabajo y vivo en el presente, me enfoco en lo que hago al momento. Es una nueva forma de trabajar. A Napoleón le hacían una pregunta: ¿Qué hacía para afrontar varios frentes de batalla y además atender a Josefina? Decía que todo hay que manejar como gavetas. Abres la gaveta de Francia y ves todos los temas ordenados, los hechos y los que están por resolver. De igual manera la de Alemania. Para ir donde Josefina debemos cerrar todas las gavetas y solo dedicarnos a ella. Yo crecí en una hacienda, con los caballos, amo la naturaleza y juego golf. Es un deporte en el que no puedes culparle a nadie de nada, y de esa forma puedes manejar tu frustración. Dejas de buscar culpables y más bien tratas de mejorar tus acciones.

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