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Ortega Maila expondrá cerca de 100 obras en la Casa de la Cultura Ecuatoriana

El maestro ecuatoriano Ortega Maila nos cuenta cómo inició su travesía en el arte y cómo este ha sido la ventana para caminar por el mundo difundiendo su cosmovisión. Insiste en que los ecuatorianos debemos sentirnos orgullosos de nuestras raíces

El arte fue el camino que escogió Ortega Maila para curar su alma de las viscicitudes que tuvo que experimentar en la búsqueda de sus sueños. Ganador de un Récord Guinness y conocido como el pintor más veloz del mundo, a sus 14 años partió de su pequeño pueblo Collacoto hacia Quito, para no parar su trajinar en el mundo. Luego de 36 años de creación artística, presentará cerca de 100 obras en la exposición llamada “Retrospectiva” en la Casa de la Cultura Ecuatoriana, en la capital. Pero ¿quién es el artista? Meto conversó con él sobre su visión.

¿Cuándo supo que su vida estaría marcada por el arte?
En mi pueblo recorría el campo, las chacras, y mi primer acercamiento fue con semillas de árboles, de donde extraía los colores para dibujar. Esperaba que el agua de los charcos se seque y con el ‘chocoto’ hacia garabatos. Desde el inicio pintaba con las manos porque en el campo no conocíamos los materiales de pintura (lienzos y pinceles). A los 8 años nace mi curiosidad por la pintura y a los 14 tuve que salir de mi barrio. Salí prácticamente explusado por la necesidad económica. Recuerdo la primera noche que dormí en la calle, en la pileta de la plaza de Santo Domingo. Con carbón empecé a hacer retratos y ese día vendí mis primeros dibujos. Desde entonces, 36 años he comido, viajado y vivido con el arte: pintando y esculpiendo.

¿En qué momento supera esa etapa?
En mi época en la calle recorrí varios pueblos del país, pintando. Luego, a los 20 años, viaje a los Estados Unidos, a Nueva York, invitado por alguien que tenía su galería y me traslado a Los Ángeles. Me radico en Hollywood, pongo mi galería de arte y empieza mi trajinar.
Es el lugar, me involucro con importantes artistas y empiezo a ganar clientes. EEUU fue un puntal importante para viajar a Europa y a otros países y poder compartir mi arte.

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¿Qué aprendió en ese momento de su vida?
En EEUU todo el mundo habla de su cultura, su comida, su arte, y yo desconocía parte de mi esencia. Así nace mi curiosidad sobre mis orígenes y entendí que soy de los grandes pueblos milenarios, de esos hombre sensibles, poderosos, con su propia historia. Viajo por los grande templos del mundo donde me voy nutriendo de esa energía. Ahí nace la idea de tener mi propio espacio, donde pueda compartir la cultura. Parte de ese sueño se ha cumplido con el Museo Templo del Sol en la Mitad del Mundo, donde me visita gente de todo el mundo y expreso nuestra cosmovisión en más de 500 obras de arte que expongo en el lugar. Además, los fines de semana pinto para el público para motivar al arte.

El camino no ha sido fácil…
Cuando yo salí del campo fuí víctima de racismo y discriminación, no sabía de donde venía. En ese entonces solo me sentía orgulloso de mi madre que cultivaba la tierra y de mi padre, un gran constructor. Estados Unidos me acoge y es cuando mis obras empiezan a valorarse, mi autoestima cambia y más aún cuando investigo de donde vengo y empiezo a recuperar y practicar la cosmovisión de nuestros pueblos hasta hoy en día. Ahora estoy poniendo un nuevo centro de arte en Miami, en un sitio exclusivo, para seguir promoviendo la cultura.

En Ecuador, ¿cómo ve esa relación entre el artista y la población?
Todavía tenemos ese prejuicio de no querer nuestra propia tierra, peor nuestros orígenes, eso está en la educación. Tenemos una exquisita historia de nuestros antepasados que debe ser valorada. Aún nos falta bastante para sentirnos orgullosos de donde venimos. Los ecuatorianos tenemos la calidad artística que otros grandes de la historia, pero es una necesidad moral de estudiar y querer a nuestros artistas para reconocer su obra y valorarla.

¿Existe alguna obra que sea muy especial para usted?
Muchas obras de cada época no he quiero vender porque son parte de mi espíritu, son como mis hijos, duele cuando una se va. Talvez sea el artista con más obras en el mundo, no hay un solo país que no tenga una obra mía, talvez soy el padre que más hijos haya creado.

¿Qué momento ha marcado su camino hasta hoy?
Cada paso es especial y ninguna época desmerece. Pero cuando pinto, viajo, estoy alegre, lloro, o estoy solo, siempre me acuerdo del primer día cuando salí de casa y di el primer paso a un mundo diferente.Mi madre me encontró en pleno camino, se puso a llorar y dijo: “Hijo, regresa”. Yo respondí: “Algún día tengo que volver”.Eso ha hecho que cada paso que de sea con seguridad, porque un mal paso puede acabar con todo lo que se ha logrado. El arte ha sido la curación de mi alma y de mi espíritu.

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