El negocio se cerró en una noche de verano en una suntuosa casa de campo en Punta del Este a orillas de una laguna: la cúpula de la Concacaf cobraría casi medio millón de dólares en sobornos para ceder a Full Play los derechos de un nuevo torneo que al final nunca vio la luz, la Copa de las Américas.
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Tras una cena y una noche de tango en Buenos Aires a fines de 2011, los tres máximos exjefes de la Concacaf viajaron al balneario más exclusivo del Cono Sur en un jet privado pagado por la empresa deportiva argentina Full Play, de Hugo Jinkis y su hijo Mariano, contó el miércoles en el juicio de corrupción de la FIFA Fabio Tordin, uno de los 42 acusados en el megaescándalo.
Tordin, un brasileño que fue director ejecutivo de Traffic Sports USA y luego funcionario de Media World, se declaró culpable en noviembre de 2015, acordó devolver 600.000 dólares y ahora colabora con el gobierno estadounidense.
Tordin relató al jurado los detalles de esa noche en Punta del Este, cuando él y Miguel Trujillo, un colombiano vinculado primero a Traffic USA y luego a Media World con fuertes lazos con los Jinkis, trabajaron por su cuenta para acercar a Full Play con los tres mayores jerarcas de la Concacaf en la época, el presidente Alfredo Hawit (Honduras), Rafael Salguero (Guatemala) y Ariel Alvarado (Panamá).
– Negocios en Punta –
«Hablé con Miguel Trujillo para invitar a Full Play. Queríamos organizar una copa que juntara a Norteamérica y a Sudamérica. Iba a llamarse ‘Copa de las Américas'», contó Tordin.
Tras almorzar en la playa en Punta del Este, todos fueron a la casa de campo de Hugo Jinkis, «bella, con una casa, una parrilla, un lago y una glorieta».
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El objetivo era «convencer a los tres que Full Play podía ser el brazo de marketing de la Concacaf», dijo. A Tordin lo dejaron a un lado, con las mujeres -las esposas de Hugo Jinkis, Hawit y Salguero-. Mientras, los Jinkis y los entonces potentados de la Concacaf hablaban de negocios, y firmaron en la glorieta un documento, señaló.
«Full Play acordó pagar 300.000 dólares para los funcionarios a cambio de la firma del contrato», dijo Tordin, y precisó que en su opinión esto fue un soborno.
«Y luego Miguel (Trujillo) me dijo que Alfredo Hawit le indicó que él merecía más que (su parte de) 100.000 dólares. Quería 150.000 más para él» porque «era el presidente de la Concacaf y el más importante de los tres».
El pago total fue de 450.000 dólares, según Tordin. Todos los hombres están inculpados en el megaescándalo de la FIFA, se han declarado culpables y esperan la sentencia de la jueza Pamela Chen.
En el juicio que empezó hace un mes en Nueva York solo se juzga a tres acusados que se declaran inocentes: el exjefe del fútbol de Brasil José Maria Marín, el expresidente de la Conmebol y del fútbol paraguayo Juan Ángel Napout y el exjefe del fútbol de Perú Manuel Burga.
Un jurado debe decidir si son inocentes o culpables. Tordin también reveló que pagaba sobornos de cientos miles de dólares vía bancos en Panamá a exjerarcas del fútbol de Honduras, Costa Rica, El Salvador y Guatemala.
Y que a veces él y Trujillo inflaban el monto de las coimas a sus jefes de Media World, controlada por el gigantesco grupo español Imagina, para quedarse con una mordida.
– Pedicuras y fotos en bikini –
Otro testigo del gobierno, el exasistente de Napout en la presidencia de la Conmebol Nelson Sanabria, contó que su antiguo jefe era adepto a los masajes, a las manicuras y a las pedicuras, y que su chofer y hombre de total confianza era quien coordinaba esas citas.
Y también relató que el día del arresto de su jefe en Suiza, el 3 de diciembre de 2015, el entonces abogado de la Conmebol Cristóbal Cáceres fue al despacho de Napout con su hijo Alvaro y se llevó el computador, cubriéndolo con una chaqueta para esconderlo de las cámaras.
Pero Cáceres se arrepintió y en marzo pasado viajó a escondidas a Buenos Aires y entregó la computadora de Napout y dos teléfonos al agente del FBI Noah Singer en la embajada estadounidense, según contó el propio Singer al jurado.
La abogada de Napout, la extravagante Silvia Piñero, sugirió que Napout estaba preocupado porque fotos de sus hijas en bikini, que estaban en la computadora, podían filtrarse a la prensa. Y mostró en la corte varias de estas fotos en la playa.