Un gol de Rafinha al inicio de la segunda mitad dio la victoria por la mínima (1-0) a un perezoso Barcelona, que hizo uno de los peores partidos del curso ante el Granada, que sigue sin saber lo que es ganar en Liga esta temporada.
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Parecía que los azulgranas se hubiesen olvidado de la reciente victoria del Alavés en el Camp Nou, un tremendo jarro de agua fría que Luis Enrique advirtió en la víspera que no podía repetirse hoy.
O que no se hubiesen enterado de que Real Madrid y Atlético acababan de ganar sus respectivos partidos, metiendo cuatro cada uno, para afianzarse en lo alto de la clasificación.
O quizá su mente ya estuviera volando hacia el Etihad Stadium, donde el próximo martes se medirán al City de Pep Guardiola en la Liga de Campeones.
Y así, con cierta actitud indolente, como si el contexto del duelo no fuera con él, salió el Barça a jugarle al colista. Sin Iniesta, lesionado, ni Sergio Busquets, reservado para Manchester, el conjunto catalán se mostró más torpe de lo habitual en la circulación del balón.
Cuando lo perdía, tampoco presionaba para recuperarlo inmediatamente como hace siempre. Y al Granada, le bastó ordenarse en dos líneas bien juntas de cinco y cuatro atrás para no pasar excesivos apuros en el coliseo azulgrana.
El equipo de Lucas Alcaraz se cerraba bien e intentaba salir jugando en corto, pero solo tenía al gigantón Kravets por delante del balón. Una isla sin apenas recursos, en medio del océano verde del Camp Nou.
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Pese a que los locales colocaban su defensa casi en la medular, el conjunto andaluz no inquietó ni una sola vez a Ter Stegen en todo el partido.
Si el Granada hubiese tenido un poco más de ambición y estado más inspirado en la creación quizá hubiera repetido la gesta del conjunto alavesista, o tal vez hubiese despertado a la bestia. Pero no ocurrió ni una cosa ni otra. Y el choque acabó convirtiéndose en un evento de lo más anodino.
Con un Messi extrañamente impreciso en los metros finales, el Barça ejercía un dominio tan estéril como abrumador. Aunque el único que tuvo oportunidad de marcar durante el primer acto fue Luis Suárez.
En una de ellas, se plantó solo ante Ochoa, pero en lugar de fusilarle con su instinto de ‘killer’, pensó demasiado en la resolución, y Vezo le robó la cartera cuando intentaba recortar el meta rojiblanco.
El uruguayo tuvo otra en una media vuelta que obligó a estirarse a Ochoa para salvar el 1-0. Eso fue todo el peligro del Barça en la primera mitad.
Sin nada destacable en la ofensiva local, eran Sergi Roberto -tremendo despliegue físico del lateral- y un imperial Umtiti como jefe de la zaga los jugadores con mayor incidencia positiva en el choque.
Suerte tuvo el Barça de enderezar el encuentro a los tres minutos de la reanudación. Un conducción de Messi acabó con un remate de Neymar al palo, y Rafinha, de acrobática tijera, enviaba el rechace al fondo de la red. El brasileño lleva ya cinco goles en esta Liga.
Neymar pudo hacer el segundo a la hora de juego, pero remató contra el cuerpo de Ochoa un centro en carrera de Sergi Roberto desde la banda derecha.
Un cabezazo de Luis Suárez a las manos del portero visitante y un remate de Messi alto en la recta final del partido fue todo lo que ofreció el Barcelona a su público después del 1-0. Pocas veces los hombres de Luis Enrique han conseguido tres puntos haciendo tan poco.
Fuente: EFE