El recuerdo del Tour de 2016 sigue presente en la ronda gala, que hoy presentó su recorrido para el año 2017 con un repaso a la carrera del año pasado, que comenzó con el minuto de silencio que la caravana guardó el 15 de julio en homenaje a los caídos en el atentado yihadista de Niza.
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El Tour se volcó con aquella tragedia que enlutó a todo un país, que lloró a las 86 víctimas mortales y los más de 300 heridos, una quincena de ellos todavía hospitalizados más de tres meses después de la tragedia.
Pese a todo, el Tour se siente seguro y su director, Christian Prudhomme, lanzó un mensaje de agradecimiento a las fuerzas del orden por haber permitido que no se produjeran altercados durante la carrera.
El Tour se protege también de los problemas que causan los espectadores durante la carrera, cristalizados en la pasada edición en el ascenso al Mont Ventoux, copado por el público, lo que obligó a una moto de la televisión a detenerse en seco y causó la caída de varios ciclistas, entre ellos el maillot amarillo Chris Froome.
Para evitar ese tipo de problemas, Prudhomme anunció que en esta edición habrá tramos en los que no se dará acceso a los espectadores, como sucedió en 2015 con los Lacets de Montvernier, un trazado angosto que se subió sin público.
«Queremos devolver la montaña a los campeones y para eso en algunos lugares en particular el público no podrá acceder», aseguró el director. En primera línea la subida a Peguère, última cota de la decimotercera etapa, la segunda de los Pirineos, cuya cima está situada a 27 kilómetros de la meta de Foix.
Para incrementar la seguridad, Prudhomme sigue preconizando la reducción del número de ciclistas en carrera, una reforma que depende de la Unión Ciclista Internacional (UCI) y que permitiría también reducir la ventaja de los jefes de filas de los grandes equipos y dejar más abierta la competición.
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El Tour se siente también más protegido contra el dopaje, porque, como asegura Prudhomme, «las cosas han cambiado».
Aunque el director de la carrera no se hace ilusiones y sabe que no todo es perfecto, considera superados los años más negros de los escándalos.
Sabe que, de vez en cuando, regresa el ruido, como cuando hace unos días se supo que el británico Bradley Wiggins consumió corticoides, con prescripción médica, durante el Tour que ganó en 2012.
Prudhomme consideró que el ciclismo, que ha hecho mucho para luchar contra el dopaje, tiene todavía un largo camino para reconquistar una buena imagen.
En ese sentido alabó los esfuerzos de aquellos equipos que, por iniciativa propia, van más lejos de lo que les exige el reglamento internacional en la lucha contra el dopaje.
Muchos de ellos están agrupados en el Movimiento por un Ciclismo Creíble (MPCC), cuyos esfuerzos alabó el director del Tour.
Fuente: EFE