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Fuera de las competencias, los Juegos Olímpicos de Río 2016 se han convertido en el escenario ideal de los atletas para mostrar de forma pública el amor que sienten por sus parejas y comprometerse.
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El último en pedir matrimonio a su novio fue el atleta británico Tom Bosworth.
El deportista, quien finalizó en el sexto puesto de la prueba de 20 kilómetros de marcha, posteó una imagen en sus redes sociales en la que presume que su pareja, Harry Dineley, le dijo que sí se casará con él.
«Él dijo que sí», se lee al lado de una imagen en la que Tom se aprecia arrodillado en una de las playas de Brasil dándole un anillo a su novio.
El deportista británico reveló que era homosexual en octubre del año pasado, como una forma de dar mayor visibildad a los atletas de la comunidad lésbico, gay, bisexual y tránsgenero.
Harry también presumió el inolvidable momento en su cuenta oficial y enseñó a sus seguidores el anillo que le obsequió el deportista británico.
Según contó Bosworth, la pareja se conoció cuando una amiga suya le coqueteó a Harry. «No eres mi tipo», contestó este, que para relajar la situación apuntó al deportista y dijo: «Creo que él es más mi tipo».
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Los británicos no fueron la primera pareja homosexual que se compromete en unos Juegos Olímpicos. Ese honor le pertenece por una semana de diferencia a las brasileñas Isadora Cerullo y Marjorie Enya, quienes se comprometieron cuatro días después del inicio de la cita olímpica.
Enya, voluntaria en los Juegos Olímpicos de Río 2016, le pidió matrimonio a la jugadora de rugby, después de la ceremonia de cierre de la competición.
Pero la pedida de mano más llamativa fue la que hizo el clavadista chino Qin Kay a la saltadora de trampolín He Zi, ganadora de plata. El atleta se acercó a la premiación y en pleno podio le pidió a su novia que se casara con él; la chica, emocionada, aceptó la propuesta.