Michael Phelps puso el cerrojo de oro a su participación en Río de Janeiro y a una carrera inigualable, al conquistar su 23ra presea olímpica el sábado con el relevo 4×100 de estilos combinados de Estados Unidos.
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Fue la 28va medalla olímpica de Phelps, el deportista más laureado en la historia de los Juegos. Y no la consiguió como una comparsa del equipo.
Adam Peaty había puesto adelante a los británicos durante el segundo relevo, de pecho. Phelps saltó al agua para encargarse del tercero, de su especialidad mariposa, y consiguió la remontada.
Desde que saltó al agua, el público presintió que estaba a punto de presenciar historia. Tras rebasar al británico James Guy, una ovación atronadora confirmó que esa sospecha estaba más que fundada.
Como siempre que se apuesta por Phelps.
Estados Unidos, cuyo equipo se completó con Ryan Murphy en espalda, Cody Miller en pecho y Nathan Adrian en libre, impuso un récord olímpico de 3 minutos, 27 segundos y 95 centésimas.
Gran Bretaña obtuvo la plata con 3:29,24 y Australiael bronce, con 3:29,93.
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Phelps ha dicho varias veces que no competirá después de Río, aunque declaró lo mismo tras los Juegos Olímpicos de Londres y cambió de parecer 18 meses después.
Los números que conquistó en Río no parecen los de un nadador próximo a abandonar el agua. Se embolsó cinco de los seis oros que disputaba -la competencia del sábado, los 200 metros estilo mariposa y los 200 combinados, así como los relevos de 4×100 y 4×200 libre.
En su otra prueba, los 100 metros mariposa, obtuvo la plata.
Cuando Adrian tocó el muro y dejó asegurado el oro, el público saltó de sus asientos. Se agitaron banderas de todos los países por igual. Los destellos de las cámaras en el graderío, que apuntaron hacia Phelps desde el momento en que asomó las narices por la puerta para la presentación, se multiplicaron para emitir un brillo digno del que emite el rey del Olimpo.
En medio del maremágnum, Nicole Johnson, la prometida de Phelps, lloraba en la tribuna, sosteniendo a su hijo pequeño Boomer.
Phelps ha dicho que desea pasar más tiempo con ambos. Y es por ello que quizás la del sábado haya sido la última oportunidad de ver al gigante al que todavía le sobra talento.
Una despedida que no podía ser de otra manera, bañada de oro.
Fuente: AP