Con sólo 20 años representó a Brasil en judo en los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Allí no tuvo suerte y fue descalificada en el segundo combate por un golpe ilegal. Sin embargo, lo peor no lo vivió en el tatami, sino en las redes sociales, donde fue víctima del repudio y de la discriminación. Cuatro años después, en Río de Janeiro, Rafaela Silva tuvo su revancha.
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La campeona olímpica en la categoría menos de 57 kilogramos nació y vivió toda su infancia en uno de los sitios más emblemáticos por su pobreza y su peligrosidad, la favela Ciudad de Dios. En ese marco, con sólo cinco años, sus padres la inscribieron en el Instituto Reação, una organización sin fines de lucro que, en la actualidad, forma a más de 1.200 atletas en cinco asentamientos cariocas. Su pobreza ni siquiera le permitía tener un kimono.
Con el paso del tiempo, su crecimiento como judoca le permitió participar de los Juegos de Londres, pero en el segundo combate fue descalificada por una maniobra irregular cuando enfrentaba a la húngara Hedvig Karakas. Entonces, rompió en llanto, desconsolada, en medio del tatami. No obstante, lo peor fue cuando, minutos después, se conectó a las redes sociales. «El lugar de la mona es la jaula», fue sólo uno de los mensajes descalificadores. «La vergüenza de la familia», escribieron otros, reseñó el sitio BBC.
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