Pese a que en el complejo deportivo hay medallas y emociones, en las calles de Río de Janeiro hay una oleada de robos.
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Algunos turistas han denunciado la presencia de niños ladrones que aprovechan la llegada de los turistas para hacer de las suyas.
Existen grabaciones donde se ven a los infantes aprovechar el descuido de los turistas y otros, en cambio, usan la violencia.
Carteras, mochilas, teléfonos celulares, cualquier son objeto de robo y se ve, en imágenes, que no hay policía o fuerza pública que pueda hacer fuerza ante el hecho.
Río de Janeiro cerraba el 2015 con 1.202 homicidios y 37.133 robos a transeúntes, según datos del Instituto de Seguridad Pública (ISP). El Estado, por su parte, registró 4.197 homicidios y 65.560 robos.
Las fuerzas de seguridad brasileñas intentan que no vuelva a dispararse el ‘modus operandi’ que atemoriza a vecinos y turistas, los ‘arrastoes’ -o arrastrones-.
Este sistema de robos es histórico en Río y consiste en robos masivos protagonizados por decenas de delincuentes juntos, que arrasan a su paso con lo que encuentran en las playas de Copacabana, Ipanema y Leblon.
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En grupos de hasta 50 jóvenes, los delincuentes suelen bajar descalzos de las favelas y recorren la arena asaltando a todo aquel que se encuentre en su camino, portando armas blancas, y alguna que otra vez, de fuego.
En ocasiones incluso llegan a interrumpir el tráfico en calles enteras para robar en el interior de autobuses y vehículos.