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De extrema derecha y entrenados: radiografía a los hooligans rusos

Los hinchas más extremos de Rusia están causando estragos en la Eurocopa. Tuvieron un entrenamiento y un casting para elegir sus “mejores 120 elementos”.

Puñetazos, bates, imitaciones de los chillidos de un mono, lanzamiento de plátanos a futbolistas negros y esvásticas por todas partes: «hooligans» violentos y de extrema derecha son los que llevan la voz cantante en las gradas del fútbol ruso.

Los altercados protagonizados por los ultras rusos en la Eurocopa de Francia no son casualidad, pues la violencia forma parte del fútbol en el país más grande del mundo.

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Los grupos de hinchas más radicales son los que animan al Spartak de Moscú y al CSKA de Moscú. Los ultras de ambos equipos organizan batallas campales para pegarse. A veces participan diez por cada bando, a veces cientos. Llegan de la nada y empieza la pelea.

Sin embargo, las agresiones también existen en clubes pequeños como el Ural Ekaterimburgo o el Arsenal Tula. Sus aficionados más violentos son, como la mayoría, de extrema derecha.

Un ejemplo: los hinchas del Spartak suelen preparar coreografías para el aniversario del nacimiento de Adolf Hitler y muestran pancartas racistas prácticamente en cada partido. «Spartak es sólo para los blancos», se lee en un cartel habitual en sus gradas.

La violencia acabó incluso en tragedia en 2002, cuando cientos de «hooligans» salieron a las calles de Moscú tras la eliminación de Rusia del Mundial de Corea y Japón y el saldo fue el de un muerto y 130 detenidos.

Muchos protagonistas de la escena «hooligan» en Rusia son combatientes bien entrenados, ya sea en boxeo o artes marciales, según los expertos, e, incluso, previo a la Eurocopa hicieron una especie de casting, en el que se incluían peleas a puño limpio y palizas por parte de los líderes, para seleccionar a los 120 más violentos, quienes «ganaron» su viaje a Francia. La policía, de hecho, a menudo mira a otro lado cuando los disturbios se producen fuera de los estadios.

Algunos ultras moscovitas contactados por la agencia dpa aseguraron antes de que se produjeran los altercados de la Eurocopa que su movimiento tiene buenos contactos con las altas esferas políticas del país y con las autoridades encargadas de la seguridad.

Por ello pueden movilizar a miles de seguidores en poco tiempo para una pelea. Así ocurrió en diciembre de 2010, cuando «hooligans» y gente de extrema derecha provocaron disturbios en el centro de Moscú, cerca del Kremlin, y pegaron a todo aquel que no pareciera de origen eslavo. El resultado: un hincha del Spartak fue asesinado por otro hombre procedente de la región del Caúcaso Norte después de una disputa por agarrar un taxi libre.

Los grupos de ultras normalmente sólo son sancionados con castigos simbólicos por sus actos racistas en los estadios. Las actuales sanciones suelen acarrear la exclusión temporal de ciertos seguidores. La federación rusa, no obstante, anunció que empleará mano dura con vistas al Mundial de 2018.

Una figura central del movimiento «hooligan» en Rusia es Alexander Shprygin, que dirige desde 2007 la Asociación de Hinchas Rusos que él mismo fundó. La organización recibe un cupo de entradas para los partidos de la selección tanto en casa como fuera, como es el caso de la Eurocopa.

Alto y de constitución fuerte, Shprygin es considerado el cabecilla de los grupos de extrema derecha en el fútbol y cuenta con buenos contactos en la política. En 2010 trascendieron fotos del hombre con Vladimir Putin, el presidente ruso.

Shprygin, de 38 años, es un empleado del vicepresidente del Parlamento Igor Lebedev, hijo del ultranacionalista Vladimir Zhirinovsky.

«No veo nada terrible en la batalla entre los fans. Al contrario, los muchachos hicieron un buen trabajo. ¡Sigan así!», escribió el lunes en su Twitter Lebedev después de las batallas entre «hooligans» rusos e ingleses en Marsella.

Shprygin creó en 2015 un enorme revuelo por unos comentarios racistas al asegurar que sólo quiere «futbolistas con caras de eslavos» cuando suene el himno ruso en el partido inaugural del Mundial 2018.

«Esta es nuestra tierra rusa. Nuestro equipo nacional tiene que estar formado por jugadores rusos», dijo en la misma entrevista.

El martes el nombre de Shprygin volvió a los medios al ser él uno de los alrededor de 40 aficionados rusos que fueron detenidos por la Policía francesa como sospechosos de haber participado en los disturbios de Marsella.

Algunos expertos acusan al ministro de Deportes, Vitaly Mutko, de minimizar el problema a dos años del Mundial. El influyente político también recibió críticas por festejar el gol de Rusia en el estadio mientras que los ultras de su país pegaban a los ingleses.

Mutko, no obstante, defendió a los «hooligans» rusos: «Nuestros fans son provocados permanentemente». 

Los resultados del violento movimiento hooligan en Rusia, que tiene la venia de las altas esferas políticas y de los encargados de seguridad, está a la vista  en la Eurocopa de Francia 2016 y están causando estragos sin control alguno, como quedó claro con la pelea que protagonizaron con los hooligans ingleses en el partido que los enfrentó en Marsella. Incluso, provocaron que su selección sea suspendida de manera condicional en el torneo, con la amenaza de expulsión tras cualquier nuevo incidente. 

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