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Inquieto y motivado, así se encuentra el ecuatoriano Millan Ludeña, el único latinoamericano que, dentro de dos semanas, participará en una carrera de 100 kilómetros en la Antártida, donde espera temperaturas de veinte grados bajo cero.
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Ludeña dijo hoy a Efe que acaba de regresar de Estados Unidos en donde entrenó durante una semana a temperaturas de entre diez y doce grados bajo cero para probar el equipo que llevará a la Antártida: cuántas capas de abrigo debe usar, el tipo de zapatos, medias e, incluso, analizar el recambio de vestimenta necesario.
Esa semana en Estados Unidos le sirvió también para analizar cómo funciona su cuerpo con determinados alimentos.
«Ya tengo identificada la cantidad de ropa que voy a usar por cada vuelta, el tipo de comida, cuándo, qué y cuánto comer. Revisamos algunos tiempos en recorrido», dijo al señalar que espera poder terminar los 100 kilómetros «en menos de 18 horas», cuando el plazo máximo es de veinticuatro.
Aunque inicialmente habían once inscritos en la carrera, según Ludena, ahora son diez quienes finalmente participarán y la suya es la única representación latinoamericana, comentó.
La carrera está prevista para el 21 de enero. Él viajará el 17 para llegar el 18 a Punta Arenas (Chile) donde se someterá a chequeos. Y viajará al día siguiente a la Antártida.
Por asuntos de aclimatación y logística, Ludena estará dos noches antes de la carrera en la Antártida, y prevé estar de regreso en Quito el 26 de enero, pero «todo depende del clima», dijo.
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Con el 95 % de su proceso de preparación listo, se concentra ahora en detalles de sus enfoques mentales ayudado por su psicóloga y, en lo deportivo, ultima asuntos vinculados estiramientos.
Empresas públicas y privadas apoyaron a Ludeña con la financiación de los 23.000 dólares requeridos para desarrollar todo el proyecto: entrenamiento, viajes, alimentación, calzado, alquiler de vestimenta especializada, entre otros.
A sus 35 años, Ludena, que dice no ser un deportista al ciento por ciento, no se cansa de romper sus propios límites.
Entre sus experiencias figura haber corrido en 2014 durante seis días los 254 kilómetros de la maratón de Sables, en el desierto del Sahara, considerada por la National Geographic como «la carrera a pie más difícil del mundo», dice orgulloso.
Del calor extremo, ahora va al otro lado: «Estoy con los nervios de punta porque es algo completamente inhóspito, es el lugar más inhóspito en el planeta, no hay vida alrededor», dijo al puntualizar que la carrera será en el círculo antártico.
«Será una experiencia completamente nueva. Estoy inquieto por lo que se me viene», dijo al comentar, no obstante, que su entrenamiento en EE.UU. le ayudó a despejar dudas, a dejar el «panorama mucho más claro», por lo que también está «motivado».
En la Antártida, donde espera temperaturas de hasta menos de 20 grados centígrados, debe dar cinco vueltas a un circuito de 20 kilómetros, con una mochila que pesará unos cuatro kilos provista de comida liofilizada con altísimo componente en grasa.
«Voy a parar cada 20 (kilómetros) a comer algo, a cambiarme, pero no pasará de diez minutos en cada parada. Son 18 horas sin dormir», añadió Ludeña, para quien más que una carrera, la competición en la Atlántida es un reto para empujar límites «un poquito más allá».
Y ello lo hizo cada día durante su preparación. Ludeña, un ingeniero agrónomo que mide 1,61 metros, y nació en la zona tropical del país, se entrenó en los Andes, corrió en montañas, se bañó en agua fría, durmió con las ventanas abiertas y corrió hasta dos horas seguidas en una cámara de frío de una fábrica de hielo.
Amigos entraban cada 15 minutos al cuarto frío para asegurarse de que se encontrase bien Ludeña quien, en su entrenamiento, escuchó música que no le gustaba en busca de fortaleza mental.
«Lo que quiero demostrar es que el ecuatoriano sí puede hacer este tipo de retos, sí podemos hacer grandes cosas y me he planteado que nuestra bandera pase esa meta final», puntualizó.
