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Cómo recuperé la identidad digital que unos troles me robaron en Twitter

Cuando la periodista Radhika Sanghani descubrió que su cuenta de Twitter había sido hackeada, entró en pánico. Esta es la historia sobre cómo unos troles le suplantaron la identidad y como, repentinamente, la recuperó.

El mes pasado estaba navegando por Twitter cuando, de repente, me pidieron que volviera a iniciar sesión.

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Fue un poco raro pero no lo pensé mucho. Por alguna razón, mi contraseña no estaba funcionando, así que la renové y volví a mi perfil. Fue entonces cuando vi que mis 10.000 seguidores y cada uno de mis tuits había desaparecido.

Tenía cero seguidores. Actualicé la página una y otra vez, confundida pero asumiendo que había sido un error. Me pidieron que iniciara sesión de nuevo. Y apareció un mensaje en la pantalla de mi celular de una dirección de correo electrónico que no conocía.

"Devuélveme tu Twitter, bruja", decía. "Si no, vendré también a por tu email".

Y entonces me di cuenta de que había sido hackeada. Me sentí mareada y, rápidamente, volví a restablecer la contraseña. Pero el hacker había sido más rápido cambiando no solo la contraseña sino también la dirección de email y los números de teléfono vinculados a ella. Eso significaba que no tenía forma de recuperarla.

Lamentablemente, no soy la única persona que ha sido hackeada en las redes sociales. Un estudio en Estados Unidos muestra que le ocurre a casi dos tercios de los adultos que las usan, y en Reino Unido el cibercrimen aumentó un 16% entre 2016 y 2018, según un informe gubernamental.

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¿Qué hay detrás de eso? La especialista en ciberseguridad Jessica Barker cree que "en parte, es porque cada vez usamos más las redes sociales, pero también porque ha aumentado el crimen cibernético; cuando más éxito tiene, más crece".

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"El principal beneficio para los criminales es que pueden aprovecharse de los contactos de la gente para enviar spam o vender cosas ilegales, o para mandarles enlaces fraudulentos o malware (software malicioso). Otros son objeto de los hackers por su trabajo".

Aunque hackear es ilegal, no se me ocurrió llamar a la policía. No parecía lo suficientemente serio. En cambio, contacté a Twitter directamente y rellené un reporte de incidente.

Mientras esperaba la respuesta, traté sin éxito de restablecer mi contraseña. Horas más tarde, desesperada, escribí al hacker. "Eres patético. Vive tu propia vida", le dije.

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