La salud digital es un gran negocio. Pero también despierta muchas dudas.
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Consiste en utilizar la tecnología para ayudar a prestar asistencia sanitaria. Incluye, entre otras cosas, las aplicaciones de salud y los microchips implantados.
Se espera que en 2024 el mercado de la salud digital tenga un valor de US$379.000 millones en todo el mundo, un salto más que considerable comparado con su valor en 2017: US$71.000 millones, según la consultora Global Market Insights.
Pero esta notable expansión también ha causado preocupación: ¿podría la tecnología que promete mejorar la vida de los usuarios usarse en su contra?
Se estima que en Google Play y Apple Store hay más de 200.000 aplicaciones de salud disponibles.
"A través de sensores, dispositivos de rastreo y otras herramientas de recolección de datos, podemos identificar tendencias, anomalías u otros factores ambientales o físicos que podrían afectar la forma en que tratamos y gestionamos las enfermedades, y en última instancia, mejorar la vida de las personas", afirma John Bardi, vicepresidente de desarrollo de negocios de medicina digital de la compañía farmacéutica Otsuka.
"Pero esa promesa conlleva una enorme responsabilidad".
Las dudas van desde la ética hasta la seguridad de los datos. Pero, ¿cómo podrían perjudicarte estas aplicaciones?