En ese hotel las habitaciones no tienen camas sino un colchón delgado tirado sobre el suelo. Tampoco hay almohadas ni sábanas. Apenas una cobija rugosa y pesada. Además, es difícil conciliar el sueño pues constantemente se escucha el sonido de disparos y explosiones.
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"Si espera lujo y comodidades, por favor, no venga acá", advierte en su página web el administrador de la propiedad, Arijan Kurbasic.
Pese a ello, no son pocos los turistas que al viajar a la capital de Bosnia-Herzegovina en lugar de quedarse en los hoteles lujosos con hermosas vistas al centro antiguo de Sarajevo prefieren hospedarse allí, en el War Hostel.
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La razón de esta aparentemente extraña preferencia responde a la promesa de este establecimiento de dar a los visitantes una experiencia real de cómo vivía la gente en esa ciudad cuando sufrió un brutal asedio en el que murieron unas 10.000 personas y que se extendió por 1.425 días durante la cruenta guerra de Bosnia entre 1992 y 1996.
Para recrear al máximo la experiencia que le tocó vivir como niño, Kurbasic utilizó objetos reales de la época e incluso decidió iluminar las habitaciones con lámparas improvisadas con bombillos alimentados por una batería de coche como se hacía entonces.