Cuando dos nuevas boutiques de moda de lujo abrieron hace unos meses en la ciudad china de Renhuai, era difícil distinguir que sus productos eran falsos.
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Las tiendas, que parecían pertenecer a las marcas de lujo Louis Vuitton y Prada, mostraban enormes fotos de modelos posando con productos de apariencia legítima, mientras que los estantes estaban llenos de bolsos y accesorios elegantes.
Lo que solo llamaba la atención era la marca mal escrita. Una de las tiendas se llamaba "Loius Vuitton" y la otra decía "Plada".
Este es el mundo del robo de propiedad intelectual que le cuesta a las empresas europeas unos €60.000 millones (US$68.000 millones) en ventas perdidas cada año, según cifras de la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea.