Sucios y asustados, tres niños pequeños llegaron a la playa. Tenían una fiebre muy alta y detrás de sus diminutos cuerpos, a bordo del pequeño velero del que habían desembarcado, yacían los cuerpos de dos hombres muertos.
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El grupo había estado tratando de huir del brote de una enfermedad que había devastado su pequeña y aislada aldea río arriba, en el lugar en el que río Naknek se encalla en la Bahía de Bristol, en Alaska.
Su inesperada llegada a la fábrica de conservas "Diamond O", de la compañía Alaska Packer Association en Naknek, significaba que la "gripe española" que había causado estragos en gran parte del mundo, también había llegado a este rincón remoto de la Tierra cubierto de hielo.
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Las inhóspitas condiciones meteorológicas del invierno habían impedido que entre los meses de septiembre y mayo alguien se acercase por aquellos pagos, que hasta ese momento habían logrado escapar de la gripe que había afectado a la población de gran parte del mundo durante el año 1918.
La pandemia se había cobrado ya entre 50 y 100 millones de vidas, más que el número total de muertes por los terrores de la Primera Guerra Mundial.
La llegada de la embarcación a la fábrica de conservas el 4 de junio de 1919 indicó que la enfermedad finalmente había encontrado su camino hacia las remotas comunidades nativas inuit, pobladoras de la costa de Alaska.
Al día siguiente, el superintendente de la fábrica de conservas envió un equipo a la aldea de los niños para ver si podían ayudar.
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Lo que descubrieron fue horroroso.
Los reportes de los hombres de la expedición describieron que el pueblo de Savonoski se encontraba en un "estado deplorable" y "miserable". Casi toda la población adulta de un pequeño grupo de 10 casas estaba muerta.