Cuando tuvo su primer bebé, justo antes de cumplir los 29 años, Annie* estaba casada hacía 8 años, tenía un trabajo con 19 personas a cargo y ganaba más que su esposo.
Ella sabía que él a veces podía ser grosero y agresivo, pero ella dice que siempre lo había "apoyado", a costa de separarse de su propia familia.
Pero cuando nació el primer bebé, el equilibrio de poder cambió.
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Annie fue despedida mientras estaba en licencia por maternidad y él obtuvo un aumento de sueldo y un ascenso. Entonces ella tomó un trabajo de medio día con un salario más bajo.
Sin embargo, el esposo se negó a compartir el costo del cuidado del niño o a aumentar la cantidad de dinero que ponía para cubrir los gastos del hogar.
Él siempre había pagado la hipoteca de la casa en la que vivían en Reino Unido y Annie era responsable de todo lo demás. Pero cuando nacieron otros dos niños en los siguientes cuatro años, la mujer tuvo que enfrentar numerosas dificultades para cubrir alimentos, cuentas, ropa, zapatos y otros artículos esenciales.
Peor aún, el hombre comenzó a pagar su tarjeta de crédito, con la que compraba artículos de lujo y vacaciones para él solo, desde las cuentas de la familia.