Cada vez es más preocupante el volumen de plásticos en nuestros océanos y, en particular, esas pequeñas partículas de otros materiales sintéticos que se están infiltrando en cada parte de nuestro ecosistema.
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¿Cómo podría la tecnología ayudar a resolver este problema?
En octubre de 2009, la instructora de windsurf Rachael Miller ayudó a limpiar una isla en la costa de Maine, al noreste de Estados Unidos.
Hubo una fuerte tormenta y "encontramos la playa cubierta de desechos", cuenta Miller, en su mayoría provenientes de equipos plásticos de pesca.
Su marido estaba indignado. "Los desechos marinos son una de las pocas cosas que realmente me hacen enojar", dice él.
Así fue como Miller, quien había estudiado arqueología marina, decidió dedicarse a evitar que los plásticos lleguen al océano.
En abril, la instructora comenzó a vender un dispositivo especial para capturar esos diminutos trozos de material sintético llamados microfibras, que se desprenden de nuestra ropa durante el lavado.
Una gran sopa de plástico
Así surgió la bola Cora, una pelota hecha a base de caucho reciclado que tiene un diámetro de cuatro pulgadas (10 cm) y cuya estructura imita la del coral en el océano.