Algunos la llaman cursiva, otros la denominan itálica, hay quien se refiere a ella como bastardilla… Pero es siempre lo mismo: es esa caligrafía en la que los trazos están ligeramente inclinados hacia la derecha.
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No hay más que verla para reconocerla, con esas letras que adquieren formas más voluptuosas y redondeadas que las de las habituales. Porque aunque a la tipografía con la que se escriben los textos principales se la denomina ‘redonda’, en realidad tiende a la verticalidad.
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La cursiva, en cambio, es más ovalada, resulta más suavemente curvada. Compruébelo usted mismo leyendo esta frase en cursiva.
La cursiva, junto con las mayúsculas y las comillas, es uno de los tres procedimientos básicos que se emplean para indicar que una palabra o grupo de palabras tiene un sentido especial.
La cursiva se utiliza tanto para dar énfasis como para advertir al lector de que una palabra o una frase puede no resultarle familiar, ya sea porque es extranjera o porque forma parte de una jerga o argot.