Durante los primeros días de trabajo en una escuela en Vietnam, a un maestro le preguntan cuáles son los objetivos que quiere alcanzar en su carrera.
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¿Quiere trabajar en primera línea con niños y adolescentes?, ¿un cargo gerencial?, ¿o disfruta más investigando y desarrollando técnicas y metodologías educativas?
A partir de ahí, el docente y el director de la escuela trabajan juntos para estructurar la carrera del primero sobre la base de sus preferencias.
En Japón, el pago de bonos adicionales, la capacidad de acelerar los ascensos profesionales y la idea de enfrentar retos hacen atractiva la tarea de enseñar en las escuelas más pobres del país.
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En Estonia, la fuerte evolución de los salarios durante los últimos años y la autonomía para aplicar métodos creativos de enseñanza hacen de la carrera docente una de las más codiciadas.
En Corea del Sur, el alto estatus social de los profesores combina estabilidad, buenos salarios y un proceso de admisión riguroso.
En Finlandia, el salario no es el más alto comparado con el promedio de otros profesionales, pero sí tiene prestigio.
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Educación de calidad
Pero, ¿qué tienen en común estos cinco países?
La contratación de maestros es selectiva, la profesión es valorada y, más importante aún, la carrera es estimulante, lo que atrae a buenos profesionales a los salones de clase.