Guy Tolhurst se mueve en el mundo de los servicios financieros.
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A través de sus empresas (Intelligent Partnership, in:review y MICAP) asesora y conecta capitales de inversión con emprendimientos comerciales.
"Lo que hago es mi pasión", dice el empresario británico, pero advierte que a veces la presión laboral se sale de control y puede afectar la vida personal.
Tal como le ocurrió a él.
Pese a que le ha ido bien en su trabajo, desde hace cinco años ha tenido que enfrentar algunos problemas de salud mental como "ataques de pánico, ansiedad severa, depresión y estrés".
No se avergüenza de contarlo -especialmente cuando en los círculos financieros puede ser considerado un signo de debilidad– porque está convencido de que hay que romper este tipo de "tabú".
"No somos a prueba de balas porque nos convertimos en emprendedores", dice. Y aunque muy pocos se atreven a contarlo, Tolhurst reconoce que la separación con su pareja se debió, en parte, a que trabajaba demasiado.
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"Volví a una casa vacía después de haber estado todo el día trabajando", comenta.
La misma casa donde poco antes sus hijos corrían por los pasillos. "Entonces me di cuenta del costo que tenía mi vida como emprendedor".
Los ataques de pánico
Fue justamente después de que su pareja dejó el hogar cuando comenzaron los ataques de pánico. "Me di cuenta que había perdido la estructura de apoyo que tenía en casa".
Con el tiempo, esos ataques de pánico fueron de mal en peor, hasta que un día -tras recibir un desagradable correo electrónico mientras participaba en un evento laboral- sufrió uno de aquellos episodios en público.
Se sintió sobrepasado por la situación, al punto que no podía "levantarse de la cama en las mañanas".
Hasta que llegó un momento en que se dio cuenta que tenía que retomar el control de su vida. Y lo hizo.
Volvió a la rutina diaria y organizó el tiempo para dedicar los fines de semana a sus hijos, aunque dice que sigue siendo difícil no vivir con ellos.