Honoré de Balzac era un gran creyente del poder del café sobre el cerebro.
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El escritor francés tenía un horario agotador: todas las noches recorría las calles de París para tomar un café en un sitio que estaba abierto pasada la medianoche, y luego escribía hasta la mañana. Se dice que consumía 50 tazas de su bebida favorita en un solo día.
Con el tiempo, llegó a comer cucharadas enteras de café molido, algo que, según él, funcionaba mejor con el estómago vacío. "Las ideas se ponen en movimiento con rapidez, como batallones de un gran ejército en su legendario campo de batalla, y la batalla se recrudece", aseguraba.
Puede que funcionara. Balzac fue prolífico y produjo cerca de 100 novelas, relatos largos y obras de teatro. Murió de insuficiencia cardíaca a los 51 años.