Si bien los estadounidenses eran buenos para ganar dinero, parecían necesitar a los europeos para gastarlo.
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Estados Unidos emergió como la tierra de la abundancia en el siglo XVII, pero su herencia puritana hizo que los estadounidenses desdeñaran los lujos y los gastos caprichosos.
George Washington encarnó esa ideología de la nueva nación independiente cuando, al convertirse en el primer presidente de Estados Unidos de América, vestía ropa simple de lana local en lugar de seda importada de Europa.
Sin embargo, tal desdén por el lujo en la cultura estadounidense chocaba con el hecho de que en el curso del siglo XIX, Estados Unidos se convirtió en la nación más rica del mundo.
La edad dorada
La palabra "millonario" se acuñó en Francia, pero se usó en América del Norte en 1843 tras la muerte del magnate del tabaco de Nueva York Pierre Lorillard, quien dejó una enorme fortuna.
Más tarde, Estados Unidos inventó al multimillonario: en 1982 había 13 multimillonarios en ese país.
Las cifras han aumentado dramáticamente desde entonces: para 2014, Rusia tenía 111 multimillonarios y China tenía 152, aunque Estados Unidos todavía encabezaba la lista con 492.
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Fue en el último cuarto del siglo XIX que Estados Unidos emergió como una tierra no solo de una riqueza fabulosa, sino también de gente fabulosamente rica.
Ese es el período a menudo llamado la "edad dorada estadounidense".
El término se refiere a la novela de Mark Twain y Charles Dudley Warner titulada "La edad dorada: Una historia de nuestros días" (1873), una sátira de la codicia y la corrupción en el período posterior a la Guerra Civil.
La riqueza proveniente de nuevas industrias, ferrocarriles y finanzas creó enormes fortunas en un momento en que los impuestos y los costos laborales eran bajos.