Todo comenzó por algo con lo que los televidentes del siglo XXI todavía se pueden identificar: enojo por los anuncios comerciales.
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Era 1950 y en Estados Unidos el presidente de Zenith Electronics, Eugene F. McDonald, les planteó un reto a los ingenieros de la compañía.
Como odiaba tener que ver la publicidad, quería un dispositivo que le permitiera silenciarlos o cambiar de canal a uno donde se estuviera transmitiendo algo que no fueran anuncios.
Así nació el control remoto como lo conocemos.
El deseo de McDonald inició una revolución, pues cambió la forma en cómo vemos la televisión, menos como un observador pasivo y más como un supervisor sin piedad.
Si no nos gusta lo que estamos viendo, un solo botón nos permite cambiar de canal.