"Yo no diría que el sexo me resulta completamente desagradable, es más bien que no me interesa en lo más mínimo. Es parecido a por qué a algunas personas les encanta una particular serie de TV y a otras les resbala", dice Adam Thompson, de Manchester, en Inglaterra.
PUBLICIDAD
Adam tiene 27 años y una vida social efervescente. Le encanta descubrir nuevos lugares para comer y participa a menudo en concursos de pub, un popular pasatiempo en los bares tradicionales británicos.
Por las mañanas trabaja como camarero en un popular local de desayunos y por las noches hace monólogos de comedia en un par de lugares de su ciudad.
En esas actuaciones bromea sobre los sitios de citas y canta canciones para niños sobre las ironías de la vida moderna. Pero nunca revela en el escenario su verdadera identidad.
Adam se identifica como asexual: una orientación que puede tener muchas capas, con la que en general se describe a una persona que no experimenta atracción sexual.
"Definitivamente sí tengo sentimientos románticos por las personas", explica. "Sí encuentro a la gente atractiva, sí veo chicas que me parecen guapas, pero en ningún momento en mi cerebro llego al punto de querer acostarme con ellas".
"Google, ¿qué problema tengo?"
Adam empezó a identificarse por primera vez como asexual hace siete años, después de una cita terrible que acabó en una sesión de madrugada de autodiagnóstico.
"Incluso a los 20 no me interesaba la masturbación, que era algo un poco raro en comparación con mis amigos. Me hacía sentirme un poco extraño. En general, simplemente no me interesaba en absoluto el sexo, ni comentarlo con amigos ni verlo en la televisión. Y me preguntaba, ¿por qué?".