Cilia Flores es más que una primera dama.
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La esposa del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, tiene una carrera política propia que desarrolló en paralelo a la de su marido, llegando incluso a superarlo en ocasiones al ocupar cargos que tenían más importancia desde el punto de vista institucional.
Ciertamente, Flores avanzó en la vida pública a la sombra de un hombre: el fallecido Hugo Chávez. Pero esa condición la comparte no solamente con su marido sino prácticamente con la totalidad de la dirigencia oficialista venezolana.
El propio Maduro la bautizó durante la campaña presidencial de 2013, tras la muerte de Chávez, como "la primera combatiente".
"Cilia no será la primera dama porque ese es un concepto de la alta alcurnia", dijo el entonces presidente encargado ante una multitud el día que inscribió su candidatura presidencial y advirtió que ella no sería ninguna "segundona".
Quizá por ello, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos decidió este martes imponer sanciones financieras contra Flores, como parte de un esfuerzo para golpear al entorno más próximo del mandatario venezolano.